Flaviana, mujer generosa, entre
canastos coloridos y grillos pintados

Nidia Sánchez / Los rostros del arte popular
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Tantoyuca, Veracruz. Sueña con una casa de block, pero todo es muy caro, me confiesa su gran sueño mientras las gallinas merodean y el canto de los pájaros se escucha bajo los rayos del sol que indican 40 grados centígrados, aquí donde el agua escasea porque faltan lluvias, donde los políticos les han prometido pozos profundos, con los que Flaviana también se emociona pensando todo lo que podría hacer, porque sin agua y ante la falta de lluvias los sembradíos se secan.

Hay personas que llegan a Tantoyuca con la consigna de llevarse las artesanías por decenas, ofreciendo unos pesos, ignorantes de todo el trabajo, de las horas de sol, de hambre.

Reciben un trato inhumano, degradante, ellos ven en sus piezas artesanales dinero, las llevan a otras ciudades donde las revenden a precios soñados para ellos, los verdaderos artesanos, que no conocen el manejo de redes sociales ni marketing, tampoco tienen tiendas.

Hay personas que han usurpado al verdadero artesano y no conocen nada de la realidad de fondo, comercian con su imagen, y se apropian de su trabajo, se dicen nativos de estos lugares, pero no saben nada.

A Flaviana le entristecen estos abusos, es por esto su insistencia de formar generaciones de artesanos, a quienes les pide que valoren lo que están aprendiendo y a la hora de vender su trabajo, recuerden todo el esfuerzo que hay detrás.

Tiene por casa una choza de palitos, palma y una cocina del mismo material, instaló un techo, sillas, banca y tablas para recibir a más de 50 alumnos que han aprendido el arte ancestral de tejer la palma, algunos se van y otros llegan.

A este espacio acuden para aprender de Flaviana, de las 9 a las 12 horas los sábados, donde sus manos hacen realidad canastas decoradas con flores de colores intensos hechas de hoja de maíz, rosarios coloridos, grillos pintados, dulceros, alhajeros de distintos tamaños, se han diversificado y comenzaron a elaborar anillos, abanicos en distintos modelos en el color natural de la palma o pintados.

Elaboran fruteros, bases para colocar comida caliente, tortilleros, canastas de todos tamaños.

Flaviana Mártir Ramírez nació en la comunidad Xilozuchil, que pertenece a este municipio de la Huasteca.

A Palo de Rosa se trasladó hace 28 años para iniciar una nueva vida. Flaviana es madre de cuatro hijos. Desde pequeña su vida fue difícil y a los seis años de edad huyó de la violencia. Aprendió a sobrevivir.

Su azarosa vida ha provocado su interés por ser un agente de cambio. Calan hondo sus recuerdos. Quiere compartir sus conocimientos con todas las personas posibles para que nadie pase un día sin comer, que ninguna familia se enfrente a este dolor día tras día, es mejor que ellos elaboren piezas de artesanías y que las vendan.

Flaviana es maestra artesana que trabaja la palma y los colores naturales. Hace cuatro años se aventuró a lanzar una invitación a personas de varias comunidades colindantes a Palo de Rosa, municipio de Tantoyuca, norte de Veracruz.

Los convocó entusiasmada para que asistieran a conocer cómo se trabaja la palma, cómo se corta, se deja secar, cómo se pinta y finalmente elaborar distintas piezas que les permitan ingresos y erradicar en lo posible las precarias condiciones en las que viven.

Hay una realidad con la que ha tenido que luchar, intentar que defiendan el precio de las piezas artesanales que llevan a la venta, han estado acostumbrados a que les paguen poco, a pesar de que es un buen trabajo.

Por otra parte, lo gratificante para Flaviana es que acuden como aprendices distintas generaciones, lo mismo hay niños que personas adultas. Imparte las clases en idioma huasteco, pues no todos hablan español.

Nos cuenta que aprendió a elaborar todo lo que sabe hasta ahora, observando un poco porque cuando les pedía que por favor le enseñaran, nadie quiso hacerlo.

Ella con material de desecho intentaba formar los tejidos de palma, aprendió todos los detalles de hacer distintas piezas y se las ingenió para sacar colores naturales de las plantas que hay en su zona, también a utilizar colores artificiales.

La forma de pensamiento generalizada que se encontró en Palo de Rosa a donde se integró como habitante de esta comunidad, fue inicialmente hostil, no le enseñaron a trabajar la palma porque le decían que les iba a quitar su trabajo.

La forma de pensamiento de Flaviana es contraria en este sentido, porque piensa que entre más personas conozcan esta herencia puede trascender varias generaciones, sobre todo si se les involucra siendo niños.

Esta es una forma de vida y vender sus artesanías les permite comprar algunos insumos, porque si bien el campo les da nopales, chile, frijol, tomate, necesitan comprar aceite para cocinar, azúcar, café, lo que esté en sus posibilidades, y vender alguna pieza artesanal a precio justo es lo deseable.

En su terreno tiene plantas de palma, de donde obtiene la materia prima y comienza el proceso de secado de las hojas y luego a pintarlas, tiene también planta de mohuite para sacar el color rojo de manera natural.

Coloca en una fogata un traste con agua y le agrega las hojas para que suelten color, sobre el fuego mueve el contenido para que el color sea más intenso mientras coloca la palma, es el mismo proceso con los colores artificiales.

Es necesario conocer los verdaderos rostros del arte popular en Veracruz. Esta es la primera entrega de muchos viajes a las entrañas de pueblos donde el día de hoy Flaviana Mártir Ramírez nos permitió conocerla, una mujer trabajadora, de avanzada, generosa y defensora de sus raíces.

 

 

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