Elaboraciones sobre el poder

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Plena de luz, preñada de metales,
nodriza del maíz y del cacao
T. Leonardi: “Malvinas, 1982”.

Investido como jefe político de la Cuarta Transformación él y sólo élen la mañanera del miércoles, AMLO, con razón justa, se fue a la yugular de los que, un día antes, habían anunciado su alianza clasista (PRI, PAN, PRD y México Sí) para dar la lucha política en el país, argumentando que dicha alianza agudizaba el clasismo (un sinónimo, pienso, de la lucha de clases), lo cual se presta a especular al respecto, toda vez que, en efecto, llevar al terreno de la política, abiertamente, la lucha de clases es sólo dejar en claro aquello que, antes, aparecía oculto, cubierto sólo por las apariencias y las suposiciones: los burgueses y quienes son sus compañeros orgánicos, con quienes componen el bloque histórico opuesto a la transición que hoy, liderada por la 4T, está transcurriendo en el país.

Interesante pintura de raya la realizada por AMLO, porque a través de ella, también, se evade algo que, en los hechos, plantea el cómo se concibe lo social por parte del responsable del régimen político actual del país. Es decir, para él, lo primordial en términos sociales es precisamente lo político, sin tocar para nada lo que sucede en el escabroso terreno de lo económico, que es donde realmente se concretan, con mayor crudeza, las contradicciones entre quienes todo lo tienen y quienes tienen apenas el mísero subsidio que la 4T les canaliza cada mes; es decir, es allí, en lo económico, en donde las diferencias entre ricos y pobres se vuelven escandalosas y por eso es allí en donde si en realidad se quiere modificar la realidad social en donde hay que poner en la actualidad el empeño. Cosa que hoy no sucede, ni con mucho, en la tambaleante etapa de transición en que se vive.

Centrar, pues, hoy, las fuerzas de la transición en lo político, haciendo concesiones a los enemigos de clase como en San Luis Potosí y Nuevo León, siempre y cuando no estén inscritos en la alianza clasista enunciada en Palacio Nacional, marca sin duda lo que será la tendencia de lucha de Morena para 2021 y quizá 2022 y 2024: jugar con los amigos supuestos (del PRI, del Verde o de la iniciativa privada) para demostrar así que la transición que se está llevando a cabo no tiene como objetivo para nada, ¡válgame Dios!, modificar a fondo la estructura económica del país para nada, se insiste, pues con lo que poco a poco se hace en la transición es más que suficiente, y conquistando el control político que se concreta tanto en la Cámara de Diputados, como en algunas gubernaturas estratégicas, es más que suficiente.

Quizá muchos de los lectores de estas notas no se acuerden de la crisis por la que atravesó el marxismo en la época del llamado eurocomunismo que, sustentado en un revisionismo ramplón y cursi, sostenía tesis similares a las de hoy de la 4T (privilegiar lo político sobre lo económico); crisis que se señaló en el 68 y crisis de la que hasta hoy no sale aún toda Europa occidental, porque nunca, en esa crisis, se logró construir un poder verdadero, por más que Merkel argumente sobre la solidez de esa Europa que se tambalea una y otra vez.

Nada bueno, pues, se vislumbra para el país en el futuro cercano (2021, 2022, 2024), creo.

 

 

¿Los mitos o las creencias partidarias?

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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incapaz de morder la mano
del primate que roba el alimento
E. Munguía: “Pueblo amaestrado”.

Se está ya cerca de los días en que se darán a conocer las nominaciones para contender por los puestos de elección popular el año que entra, por más devaluada que hoy, después de lo que está pasando en Estados Unidos, se encuentre la democracia electoral capitalista, a la que nosotros, como país, seguimos tercamente amarrados, como si fuera la única opción válida que tenemos. Es decir, primer mito falso: la democracia electoral capitalista es hoy la única validación que existe de un gobierno legal aquí, en Estados Unidos o Rusia, por más que en los tres países esa democracia esté sustentada en todo tipo de trampas y cochupos (algo así como “Haiga sido como haiga sido” calderoniano). ¿Qué democracia es ésa? La verdad quién sabe.

Elegir, pues, políticamente entre nosotros es un juego que no tiene sentido, ya que, por ejemplo, creer que en Estados Unidos habrá cambios después de la elección gane quien gane, es de una ingenuidad tremenda, pues sólo los fifís conservadores consideran que ponerle fin al populismo de Donald Trump (y a su conservadurismo extremo) conlleva un cambio de política en ese país, sin darse cuenta que allí, triunfe quien triunfe, seguirá sólo predominando el capitalismo a toda costa, y que a eso es que, durante su transición, México tendrá que hacerle frente, dado que, genéticamente, la vecindad con Estados Unidos, para mal nuestro, tenemos como herencia y ése es pues nuestro calvario, hoy convertido, en una de sus fases más terroríficas, en democracia electoral capitalista.

Por eso hoy, por ejemplo, en la medida en que se avanza en términos de fechas en el proceso electoral mexicano, una de las características de ese proceso es cómo hoy, al igual que en ocasiones anteriores, se enfrentan dos tendencias: ¿Quién triunfará: una tendencia, los mitos políticos o, la otra tendencia, los procesos partidarios a la hora de definir los candidatos? Es decir ¿Predominará la tendencia de que a quien le corresponde tomar las decisiones es al hombre fuerte del régimen (el chico Palacio) o deberán ser los ordenamientos partidarios los que se respeten para denominar a esos candidatos? Nada fácil, pues, la decisión, ya que quienes se inclinan por la primera opción argumentan la inmadurez del partido (Morena) para tomar decisiones tan trascendentes. Quienes se inclinan por la segunda opción dicen que si no es ahora nunca madurará como organización política el partido, al margen de que, en efecto, si tal es la decisión se pueden perder algunos de los puestos hasta hoy ganados, pero mucho se habrá avanzado en términos de organización política.

El que esa polémica subsista hoy, indica, entre otras cosas, lo precario de la organización que da sustento hoy a la transición (Morena y la Cuarta Transformación) y lo lejos, muy lejos que estamos de haber superado los vicios de la democracia electoral capitalista.

 

 

Las ideas complicadas del presente

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Si la vida tuviera la matemática sensible
de una sonata para flauta del tío Bach
tejiendo en plata un perfume de flores
H. Bellinghausen: “En la edad de los fantasmas”.

A pesar de que las cifras y los datos relacionados con el covid-19 siguen causando espanto aquí y en diversas partes del mundo, la vida cotidiana sigue con altibajos de naturaleza diversa aquí e igualmente en partes diversas de la Tierra (mis amigos chilenos, como decimos acá, no se la acaban luego de lograr el triunfo del domingo 25 y metidos de lleno como están ahora, preparando el Congreso Constituyente que les dará nueva carta magna y seguramente libertades y justicia que hoy no tienen), pero sin interrumpir lo que, hoy, todos los días pasa. Pero, ¿qué realmente está pasando acá?

Disminuyen, poco a poco, las tensiones de días pasados, una vez que el INEGI anunció un crecimiento económico un tanto inesperado en septiembre (inesperado por lo explosivo de la cifra: 12%), que le quita al gobierno varias presiones de encima, pero que no es suficiente para acallar las voces de protesta de los siempre (que a toda costa buscan sabotear de continuo las acciones del gobierno e inventan bulos y rumores que ya nadie cree), para quienes todo lo que hace y promueve la Cuarta Transformación, todo está mal hecho. Mas hay otras voces, dispersas pero alarmantes, quienes desde el flanco de la misma 4T hoy ven con preocupación lo que pasa y no logran entender el por qué de ese accionar (una cabeza visible de ese grupo lo es el economista Rolando Cordera) que, en apariencia, está conduciendo al gobierno actual a una crisis profunda que tendrá su expresión más negativa y profunda en las próximas elecciones de 2021, en donde ellos consideran que arrasará el grupo conservador y reaccionario (símil pinochetista) de México Sí, todavía sin precisar en qué se basan sus razonamientos, que no sea aquello que, de manera eventual, sucede en la actualidad, en el hoy, que no necesariamente tiene que ser el mañana.

Como sea, es cierto, esos razonamientos de la pequeña burguesía asustada obligan a pensar, al menos, en dos cosas. Una, el recargamiento de decisiones en una sola persona es, para estas épocas, una práctica gubernamental inexplicable, pues dada la naturaleza de las situaciones problemáticas por las que se atraviesa (salud y hacienda pública), insistir en esa práctica es sólo seguir caminando hacia el abismo, en lugar de optar por decisiones colegiadas de expertos que certifiquen y avalen las decisiones gubernamentales. O se entiende que los tiempos del tlatoani presidencial terminaron o se quiere tronar como chinampina. La otra cosa a la que llevan a pensar los reclamos de la pequeña burguesía mencionada es algo que quizá no corresponda, en sentido estricto, a la 4T: ¿Qué hacer en el futuro próximo para continuar con la transición más allá de AMLO? Si desde hoy eso, estratégicamente, no se piensa y aborda (sobre todo si hay resultados electorales adversos en el 21) es muy probable que para el 24, o antes, el país regrese a los brazos voraces de un capitalismo que no cesa, desde hoy y desde el 18, de reclamar los derechos que hoy, parcialmente, tiene perdidos entre nosotros.

Es mejor que los confundidos de estos días piensen en el qué sucederá mañana si hoy nos equivocamos (vale leer, de Lenin y Luxemburgo, sus escritos sobre el revisionismo).

 

 

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