Pauperización progresiva y peligro en
México: Pandemia, crisis económica y violencia

Luis Emiliano Gutiérrez Poucel
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El año pasado, específicamente en julio de 2019 escribí un artículo titulado México hundido y sin salvavidas, concluyendo que: “No hay nada más peligroso para un país que un líder ignorante y autoritario, aquel que piensa que sabe y no quiere aprender, aquel que combina ignorancia, poder e iniciativa. Un barco no se hunde por el agua a su alrededor, sino por el agua que le entra. México bajo AMLO es como el hundimiento del Titanic, pero con los pasajeros aplaudiendo.” Vivimos por tanto entre la soberbia y el narcisismo de un líder mesiánico y la incertidumbre de un mundo peligroso y en transición. En otras palabras, los mexicanos debemos prepararnos para lo peor, puesto que lo peor está todavía por venir.

Caray, qué manera tan deprimente de empezar un artículo, en especial en medio de un panorama alarmante con varias crisis simultáneas en cuanto a salud, economía e inseguridad. A lo mejor deberíamos hacer algo parecido a lo que hace nuestro presidente y sus colaboradores, declarando que todo está bien, que las curvas de la pandemia, la economía y la violencia se están aplanando, que ya hemos dejado atrás los picos. Empero, es difícil hacer semejantes afirmaciones si uno es serio y objetivo. Todavía no hemos llegado a lo peor de la situación, estamos viviendo una tormenta perfecta que sigue arreciando.

El mundo está prácticamente colapsado en términos sanitarios y económicos. En el caso de México, habría que añadir también en términos de inseguridad. A diferencia de otros países, nuestras curvas siguen empeorando. Pareciera que el gobierno de la 4T quiere confirmar las tesis de Murphy de que “lo pésimo aún puede empeorar”.

En efecto, a México, Brasil y Estados Unidos les está yendo igual de mal por la ausencia de liderazgos políticos efectivos con capacidad para el buen gobernar. AMLO, Bolsonaro y Trump se burlaron y menospreciaron la pandemia en sus inicios e, inclusive durante los momentos difíciles, se les podía ver en público sin cubrebocas ni guardar la sana distancia. Estos líderes han manifestado una obvia y creciente incapacidad para enfrentar los desafíos de las crisis sanitaria y económica. El liderazgo empieza por la conducta del líder, la gente imita el comportamiento de sus líderes, aprendiendo de su ejemplo. No tengo duda, que cuando se escriba la historia de estos tiempos, los liderazgos de Andrés Manuel López obrador, Jair Messias Bolsonaro y Donald John Trump serán citados como ejemplos de lo que no se debería de hacer.

 En cuanto a la pandemia, la situación parece no mejorar. En el mundo existen más de 21 millones de personas contagiadas por el coronavirus y más de 756,000 muertos, y aquí vale la pena citar la fuente, pues estos datos están por encima de los reportados oficialmente (https://www.rtve.es/noticias/20200814/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml). De tal manera, las respuestas de países como Francia, España e Italia, han sido duras, haciendo la sana distancia social, los cubrebocas y las cuarentenas obligatorias. En México, a pesar de que los voceros del gobierno de la 4T desde hace varios meses dicen que ya vamos de salida (optimismo que se extiende a la economía y a la inseguridad), la situación continúa agravándose, en efecto, es imposible tapar el sol con un dedo, lo peor aún está por venir.

Al día de hoy, México tiene más de 500,000 contagios y 55,000 muertos. México ocupa el tercer lugar con más fallecidos por el coronavirus. Inclusive en días recientes, México ocupó el primer lugar de defunciones por millón de habitantes. Las cifras de fallecimientos se acercan al doble del máximo estimado por el gobierno hace algunas semanas atrás. La tasa de letalidad es de 10.93 por ciento, mientras que la del mundo es tan sólo de 3.62 por ciento. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo mejorarán las cifras.

El gobierno lidereado por AMLO no quiere asumir la responsabilidad de decisiones impopulares. De tal manera, México se diferencia de otros países por no hacer obligatorio el uso de cubrebocas, la cuarentena o imponer toque de queda, por no cerrar las fronteras aéreas, y ser uno de los países con menos pruebas de covid-19. Las únicas constantes del gobierno de la 4T son que se han mantenido el manejo de datos dudosos, las previsiones incumplidas y las cifras regularmente rebasadas.

El México actual desgraciadamente es sinónimo de decisiones gravemente erradas. Recientemente la Universidad John Hopkins informaba, tras un estudio, que cuando un país adopta medidas duras de precaución la epidemia llega pronto a una meseta, y los contagios y muertes disminuyen. Por el contrario, cuando se suavizan las medidas, el virus invariablemente crece y se multiplica.

En México, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, considera que las medidas mínimas de sana distancia y uso de cubrebocas no pueden ser obligatorias porque ello atentaría contra los derechos humanos de los individuos. Sin embargo, la pregunta clave es que hay con los derechos humanos de los que pueden ser contagiados por la falta de responsabilidad de unos cuantos. Los gobiernos tienen la obligación de proteger a sus ciudadanos en contra de quienes atentan contra su integridad física y moral. Los gobiernos actúan considerando el bien mayor, en ningún caso se justifica anteponer los derechos humanos de los criminales a los derechos humanos de las víctimas.

En cuanto a la economía, AMLO considera que, para febrero del año entrante, 2021, la economía estará en recuperación. Pero, hay que recordarle que un dato no hace tendencia. En efecto, gracias a las benditas remesas de nuestros conciudadanos se notó una ligera recuperación en los empleos en julio. Pero, todos los factores y causas del pésimo desempeño económico se mantienen y continúan empeorando.

A nivel mundial se espera que el producto interno bruto, el PIB, disminuya entre un 3 por ciento (FMI) a un 5.2 por ciento (Banco Mundial). Por países, España observó la mayor caída en su PIB, -18.5 por ciento durante el segundo trimestre del 2020 comparado con el trimestre anterior. En el mismo lapso, los PIB de Francia e Italia se contrajeron 14 por ciento y 12 por ciento respectivamente. Mientras que el cuarto de máquinas europeo, Alemania registró una caída histórica del 10.1 por ciento. El crecimiento de la economía de Estados Unidos se desplomó 9.5 por ciento. En Japón se prevé un decrecimiento del 11 por ciento. China ha sido la excepción, observando un modesto crecimiento de 3.2 por ciento, lo cual revirtió la disminución del 6.8 por ciento del primer trimestre de 2020.

La mayoría de los gobiernos han respondido brindando apoyos financieros y legales a las personas físicas y a las empresas productivas a fin de evitar que quiebren y cierren las puertas de su actividad económica, dejando sin trabajo a miles de empleados. Dichos apoyos responden a la filosofía de que es preferible apoyar a los entes productivos a que produzcan más manteniendo sus fuentes de trabajo que darles apoyos a los consumidores mediante programas asistenciales, pues el sector privado es más efectivo para distribuir el ingreso a través de empleos sustentables que el sector público a través de programas sociales que apoyan el consumo. El mantenimiento de la economía de las personas y las empresas a través del apoyo a la producción es más efectivo que la entrega del gobierno de montos de dinero a los necesitados.

En México el PIB registró una caída de 18.9 por ciento en el segundo trimestre del 2020 frente al mismo trimestre del 2019. Ésta sido la mayor caída del producto interno bruto desde que se tiene registro. Este escribiente espera que las caídas del PIB continuarán en el tercero y el cuarto trimestres del 2020, situándose entre el 10 al 20 por ciento. De tal manera, la tasa promedio de contracción del PIB para el 2020 será alrededor del 15 por ciento, algo jamás visto.

¿Consideras, querido lector, que soy pesimista? No, no creo que sea pesimista. En realidad, considero que soy objetivo. En el momento actual, cerca de 100,000 restaurantes han quebrado en lo que va del año y aun cuando se desconocen los números exactos, miles de empresas han cerrado sus puertas de manera permanente y otro tanto han cerrado sus puertas en espera de mejores condiciones. Sin embargo, se han perdido millones de fuentes de empleo. Se considera que 12 millones de personas actualmente están desempleadas. El Coneval anunció que este año más de 10 millones de personas engrosarán las filas de los pobres, sumándose a los ya existentes. Ante la falta de apoyos y estímulos para la actividad económica privada, la reactivación económica y la generación de empleos serán más lentas que lo necesario o deseado.

El gobierno de la 4T mantiene una política económica y social de austeridad, política que responde a otras circunstancias y prioridades diferentes a las actuales. En las condiciones de crisis sanitaria y de decrecimiento, lo que corresponde es gastar y estimular la actividad económica privada. Las políticas económicas del gobierno de AMLO, en tiempos de caídas en la producción e inversión, contribuyen a profundizar el daño económico y social de la falta de productividad y de empleos. No deja de sorprender que un gobierno considerado de izquierda sea el que más propicie la pauperización creciente de los trabajadores mexicanos.

Pero, no hay que confundirnos, la situación actual no solamente es producto de la crisis sanitaria. En realidad no íbamos tan bien, veníamos de una recesión del -0.1 por ciento en el 2019 por varias razones, entre las cuales destacan: la falta de confianza de los empresarios e inversionistas en el nuevo gobierno, por el cambio de reglas a la mitad del juego, por las cancelaciones absurdas de proyectos ya justificados y comenzados, y por la incapacidad para honrar compromisos adquiridos con inversionistas nacionales y extranjeros, por las maneras tan confusas, burlonas, irresponsables y contradictorias de responder a la crisis sanitaria, a pesar de haber tenido varios meses para prepararse.

En cuanto a la inseguridad, la violencia no ha decrecido como se ha visto en otros países con la pandemia. La violencia se ha mantenido e inclusive parece haber aumentado. De tal manera, conviene que nos preparemos para un invierno especialmente violento. La estrategia de abrazos, no balazos no han dado resultados y seguramente no los dará.

Los objetivos de contener la pandemia y estimular la economía, no son objetivos alternativos sino complementarios. La manera en cómo el gobierno actual está manejando la crisis sanitaria, la económica y la de inseguridad están contribuyendo a que las cosas no solamente sigan peor, sino que empeoren, confirmando la tesis de Murphy de que “si algo puede salir mal, saldrá mal”.

Ante este panorama desolador, que es lo que se puede hacer. La respuesta desgraciadamente es muy sencilla, y digo desgraciadamente porque seguramente este gobierno no la va llevar a cabo. El gobierno tiene que enfrentarse a la realidad, imponiendo medidas obligatorias en el campo de la pandemia de lo contrario el costo humano continuará creciendo. En el teatro, como en la política, no hay papeles secundarios, sino actuaciones equivocadas, correctas o débiles. Todo depende de la intensidad, profesionalismo y valentía de nuestros líderes para encarar los desafíos.

En el campo económico hay que usar las medidas que han adoptado la mayoría de países alrededor del mundo, mitigando los efectos negativos de la pandemia a las personas físicas y a las empresas a través de apoyos financieros y cambios legales. El fin de los apoyos financieros –como la reducción de impuestos, disminución de tasas de interés y agilización de trámites para producir, invertir y establecer nuevas empresas– es conseguir préstamos de manera rápida y barata, para que eventualmente, a través de los pagos de sueldos y salarios a lo largo de la cadena productiva, la economía se vaya recuperando. La intención de los cambios legales es evitar que tanto las personas físicas como las morales vayan a la quiebra.

Muchos analistas y líderes empresariales preocupados por las cuantiosas pérdidas económicas en México y la disminución del bienestar de los hogares mexicanos, han propuesto varias medidas, planes y estrategias para revitalizar la economía. Sin embargo, nadie puede convencer a nuestro mandatario que escuche a empresarios, expertos y/o científicos. Sus principios le impiden seguir los consejos de aquellos que considera enemigos del pueblo. AMLO considera que los empresarios se hicieron ricos por explotar a la gente, por lo que deben ser los responsables de salir adelante con sus propios recursos. AMLO estima que los expertos y científicos no han puesto sus conocimientos al servicio de las mayorías sino para enriquecerse, por lo que sus consejos son ignorados de entrada, especialmente si estudiaron en el extranjero. Nuestro mandatario sigue asignando recursos a proyectos faraónicos que no hacen sentido en el momento actual y continúa distrayendo a la opinión pública en su lucha contra molinos de viento. Los 55,000 fallecimientos por el coronavirus o las 60,000 víctimas de la violencia son menos importantes que las declaraciones del exdirector de Pemex Emilio Lozoya Austin.

Así es mi querido lector, ojalá y me equivoque, pero creo que todavía falta lo peor por suceder y que vienen tragedias nunca antes vistas en nuestro país.

 

 

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