“También mi familia espantaba los
males cantando”: Joan Manuel Serrat

* Conversa en internet con Paco Ignacio Taibo II sobre cómo la pandemia destapó el precio del tiempo y la conveniencia o no de escribir canciones

Reyes Martínez Torrijos / La Jornada
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El cantante y poeta catalán Joan Manuel Serrat sostuvo que autores como Antonio Machado son quienes “nos ha permitido hacer buenas canciones. Si somos capaces de hacerlas, hemos de ser conscientes de que los poemas son los responsables”. Así lo dijo durante una charla transmitida en línea este domingo.

El también compositor conversó con Paco Ignacio Taibo II, Paloma Sáiz y Marina Taibo en torno a la censura en la España franquista, su exilio en México y la relación con la familia de sus anfitriones de la Brigada para Leer en Libertad; además de como su inclinación al canto, la posición política contra el monolitismo de la dictadura en su país y sus actividades en el año de confinamiento por el covid-19.

“El haber podido hacer de difusor de la poesía de Machado es fantástico. Pero antes, tienes que tratar de hacer unas buenas canciones, que suenen en la radio, funcionen en muchos sitios y que sea reconocida”, declaró Serrat.

“Cuando hablamos de cantautores que hayan hecho letras con poetas, cuando ves lo que ha hecho Paco Ibáñez con Lorca o Góngora o Raimon con Salvador Espriu, de lo que estáis hablando es que cantes buenas canciones, que luego han podido comunicar el nombre del autor”. Ironizó la versión de que cuando en el gobierno militar de Augusto Pinochet se dejaron de publicar libros de Machado “una de las razones fue por ser letrista mío”.

Mencionó que “si llegara Antonio Machado ahora, seguramente me sería mucho más difícil. Había un cierto descaro en la forma de tratarlo que no era voluntario. Fue la que me permitió manejar muy bien todos los diferentes registros que hay en los poemas de mis canciones”.

En la conversación organizada, Joan Manuel Serrat recordó “desde niño me gustaba cantar, cantar por cantar, porque me hacía feliz. Seguramente me llegó la afición porque también mi familia espantaba los males cantando.

“Tuve la ventaja de contar no sólo con ellos, sino también con la posibilidad de ir a la escuela. Lo que realmente me importaba cuando era niño era jugar, escaparme con mis amigos, correr, reír, ser feliz y luego empezar a estudiar”.

Serrat refirió que no había pensado en que el canto fuera su vocación y por ello realizó estudios universitarios pues “estaba seguro que mi vida podría ir por otros derroteros de la ciencia y al conocimiento”.

Fue entonces que empezó a “escribir alguna canción sin esperar mayores resultados”. Cuando sus primeras melodías tuvieron éxito, se integró al grupo Els Setze Jutges (Los 16 jueces), cuyo nombre provenía de un refrán que era una especie de santo y seña catalán.

Una voz, para cada época

“Me metí porque en aquel momento el franquismo era nuestro gran enemigo político. La dictadura no coincidía con mis pensamientos o los de muchísimos españoles ni con los de mis padres y mis abuelos. Una manera de integrarme en la política fue haciendo canciones. Cantar y escribir en catalán era un enfrentamiento al sistema. El régimen era monolítico, pues sostenía que solamente había un país, una lengua y una forma de pensar”.

Narró que a sus 20 años “el concepto de inmortalidad o de inmoribilidad lo tienes a flor de piel, o sea que no tienes ninguna prudencia, recato o pudor. El descaro nos ayuda mucho. A la vuelta de la esquina te encontrabas con un puñetazo.

“Siempre pasaba algo que te hacía despertar de aquel entusiasmo, pero de alguna manera te hacía crecer. Cantar en el franquismo, crear, inventar, escribir o pintar era siempre cargando la losa terrible de la censura. Tú mismo te convertías en un personaje vigilado, perseguido y acosado”.

Contrastó con el presente: “Uno agradece tener libertad para manifestarse de lo que sea, como sea y en el sentido que sea”; reconoce cuánta ventaja tiene para que una sociedad pueda crecer, ser más tolerante, limpia, trasparente y, sobre todo, “en la que todos nos podamos sentir mejor”.

El autor de Cantares mencionó que en México “me supe exiliado después de haberlo estado. Yo vivía cada día esperando el regreso hasta cierto punto. Me di cuenta de cuál había sido el gran drama del exilio español en México: la tardanza en la integración. Entendí que debía tocar y cantar enseguida”.

Por ello, en los camiones La Gordita y La Chispita viajó dando conciertos. “Una gira hermosa de medio año por toda la república mexicana. Fue mi gran aprendizaje de un conocimiento físico de este país tan rico, inmenso, complicado y a veces distinto que es México.

Ese periplo, sostuvo, “me dio la posibilidad de detener esta situación inestable espiritualmente, tener la estabilidad que me dieron las personas que me acogieron, me ayudaron a integrarme y siguen siendo a lo largo de mi vida mi gran compañía”.

Serrat afirmó que acceder a la casa de Paco Ignacio Taibo en nuestro país “fue como llegar al jardín de las delicias”, porque ahí se reunía un importante grupo de españoles y mexicanos. “Ahí estaba Luis Buñuel siempre. Luis Alcoriza, Juan Rejano, Luis Rius, Max Aub y Juan Rulfo. Tuve mucha suerte por las personas que conocí entonces y me acogieron. Son mis amigos”.

Era el tiempo próximo a la matanza de Tlatelolco: “Convulso, muy duro y negro. El luto de la masacre aún persiste, También hubo un activismo muy fuerte. En la Universidad y fuera se empiezan a mover. La política como posibilidad ciudadana de optar por bajar unas ideas del pensamiento a la calle empieza a hacerse realidad. Un concepto que ha tardado mucho, pero de alguna forma ir avanzando. Volvemos a Machado: ‘todo pasa y todo queda’”.

Sobre sus actividades en el confinamiento mencionó: “Procuro tener el tiempo ocupado. Es tan escaso y se va tan rápido que creo que hay que usarlo. Es lo más caro, junto con la salud, de lo que disponemos. Me he dedicado mucho en este año a ver crecer los árboles, a ver lo que les pasa. Y los pájaros. Tengo una gran relación con todos los pájaros que viven alrededor de mi casa”.

También se ha convertido en “un lector insistente, pertinaz de todos aquellos libros que pensaba se iban a quedar en las estanterías sin leer”. La escritura es otra de sus actividades, “pero he pasado una temporada larga que no (ha escrito), he pasado unos meses en que no veía para qué. Si tú vas a escribir unas canciones es para subir al escenario y cantarlas. Si no, ¿qué vas a escribir?, ¿quién las va a escuchar?”

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https://www.jornada.com.mx/2021/04/06/cultura/a03n1cul

 

 

 

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