Hace 47 años, el presidente Salvador Allende
defendía la democracia con el fusil en las manos

Emir Sader
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Como vivía a dos cuadras del Palacio de la Moneda, desperté, de nuevo, con el ruido de los aviones que sobrevolaban el palacio presidencial. En junio de 1973 había sucedido algo similar, militares golpistas intentaron derrocar a Allende, pero él logró derrotar el intento.

Esta vez, las cosas han sucedido de manera diferente. Cuando llegué a la plaza, el palacio estaba todo rodeado por tropas, Allende solo, en la ventanita de la cual solía hablar, con el fusil AK que le había regalado Fidel y el casco que le regalaron los mineros.

Allende ya había pronunciado su último discurso. Miguel Enríquez, líder del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) había llamado a Allende, hablando con su hija Beatriz Allende, proponiéndole que depusiera a todos los mandos militares y nombrara a uno fiel, aunque fuera un militar de bajo rango. Miguel propuso que Allende hiciera una declaración de llamamiento a la gente a la resistencia. Y que un comando del MIR estaba listo para entrar al Palacio y llevarlo a un barrio popular, porque era el presidente legal de Chile y seguiría siendo reconocido internacionalmente.

Allende le pidió a su hija que le respondiera que no podía hacer nada más, que cumpliría lo que siempre había dicho: saldría del Palacio de la Moneda al final de su mandato o muerto. Que más allá de ello, las grandes alamedas del futuro de Chile se reabrirían por las nuevas generaciones.

Allende hizo que su hija, embarazada y otras personas que estaban con él, salieran del palacio, rechazando la oferta de los golpistas de que el saliera del palacio. Sólo quedaron unas pocas personas con él, entre ellos, la Payita, su compañera.

Allende regresó a su ventanita y recomenzó a disparar en contra de los golpistas, que habían fijado el medio día, 12 horas para que Allende se rindiera, sino dispararían directo al Palacio de la Moneda.

Allende se negó sistemáticamente a entregarse a los golpistas, hasta que a las 2 de la tarde los caza bombarderos británicos empezaron a disparar sobre el Palacio de Moneda, que comenzaba a estar envuelto en un denso humo. Mirando ese escenario, sabíamos que Allende no sobreviviría y que, con su muerte, se moría también la democracia, que en Chile apenas había tenido dos breves interrupciones desde la estabilización de la independencia con Portales, en 1830.

Payita me dijo que Allende se retiró a su habitación en el Palacio y disparó a su barbilla con su fusil un rifle, suicidándose. Hortensia Bussi de Allende, esposa de Allende, llegó a México, donde el presidente Luis Echeverría la convenció a decir que Allende no se había suicidado, sino que había muerto por disparos aéreos. Versión que quedó vigente por un tiempo, hasta que toda la izquierda chilena se rindiera a la versión de Payita, quien logró salir del Palacio en medio de los cadáveres e ingresar a la embajada de Suecia, que albergaba a todos los de la embajada de Cuba.

Todo ello sucedió el 11 de septiembre. El domingo 9 de septiembre, Allende se dio cuenta de que no podría mantener la Presidencia y se propuso una operación política para intentar dividir a los golpistas. Allende pensaba realizar, el miércoles día 12, en cadena nacional, un referéndum, sobre un tema universitario, que seguramente perdería. Renunciaría y entregaría la presidencia al presidente del Senado, Eduardo Frei, de la Democracia Cristiana, expresidente de Chile.

Pero Allende confesó sus planes al propio Pinochet, su ministro en el gobierno. Pinochet aceleró los planes golpistas, que estaban programados para más tarde, y los desencadenó el lunes por la noche, con la Armada de Chile iniciando un levantamiento en Valparaíso.

Durante mucho tiempo los hoyos de los disparos de los golpistas en contra el Palacio de la Moneda quedaron, como testigos de todo lo que había pasado. Más tarde, la foto de Allende fue introducida en el Palacio de la Moneda. Me acuerdo haber ido a visitar la foto con Gladis Marín, entonces secretaria general del Partido Comunista de Chile, y Silvio Rodríguez. Posteriormente los hoyos fueron removidos, pero ya nada podría remover todo lo que había pasado en aquel día en el Palacio de la Moneda.

Allende murió heroicamente, con su propio fusil, el 11 de septiembre de 1973, hace 47 años, defendiendo la democracia a la que tanto amaba.

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Bolsonaro: El neoliberalismo no gana elección

Emir Sader
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Entregar la economía a Paulo Guedes fue la forma de Jair Bolsonaro de promover la centralidad del mercado, un supuesto fundamental del neoliberalismo. El nombramiento de Paulo Guedes, un ultraneoliberal, fue la forma de garantizar el apoyo de las grandes empresas y los medios de comunicación.

Pero Bolsonaro sabe que ganó las elecciones con operaciones de fake news y su estilo truculento y no con sus propuestas de gobierno. Esta fue la diferencia entre él y, por ejemplo, Alckmin, que no tenía ninguna posibilidad de competir con el PT, aun con operaciones de fake news.

El modelo neoliberal se enfoca en el ajuste fiscal, no incorpora políticas sociales, ni ninguna otra forma de distribución del ingreso. El proceso de privatización es parte del ajuste.

Luego de tres victorias electorales –una con Fernando Collor, dos con Fernando Henrique Cardoso–, el neoliberalismo fue derrotado cuatro veces seguidas, cuando los candidatos del PSDB simplemente propusieron la reanudación del modelo de gobierno de FHC.

El Partido de los Trabajadores fue expulsado del gobierno por el golpe de 2016, no por una disputa electoral democrática, como había sido el caso en 2002, 2006, 2010 y 2014. La derecha logró desplazar los temas sociales, cuya centralidad había permitido las victorias del PT, a sus temas: corrupción, seguridad, antipolítica y antiestatal, con el rechazo al PT impregnando todo.

Mientras el gobierno perdía apoyos, Bolsonaro frenaba algunas iniciativas que considera antipopulares, como la reforma administrativa y el fin de las ayudas de 600 reales, entre otras. Con la salida de Moro y el acuerdo con el Centrao, se introducen nuevos conflictos con la política económica, dado que los cargos asignados al Centrao salen del control del Ministerio de Economía, además de que la alianza en el Parlamento siempre supone dificultades en las medidas de recorte de recursos, debido a la necesidad de cumplir con las bases de Centrao.

La crisis pandémica ha agravado el problema, porque los créditos para minimizar la recesión y las ayudas de emergencia afectan la política de ajuste fiscal y el propio techo de gasto. Bolsonaro se mostró entusiasmado con el apoyo que ganó con los 600 reales y se dio cuenta de que, si seguía la línea de Paulo Guedes, no podría continuar con esta ayuda.

Cuando Bolsonaro comienza a centrar su atención en la posibilidad de reelección, y la salida de Moro acelera la atención en la disputa presidencial, se da cuenta de cómo la política ultraneoliberal de Paulo Guedes se está convirtiendo en un obstáculo para la popularidad del gobierno.

La crisis del equipo de Guedes, con reclamos sobre las dificultades de seguir recortando recursos, profundiza las contradicciones internas al gobierno. ¿Quiere decir que se acabó la etapa de Paulo Guedes? No necesariamente. Bolsonaro reafirmó el techo de gasto y las privatizaciones. ¿Respetará el techo? Ya veremos. ¿Renunciará Paulo Guedes? No está claro.

Es posible que estas contradicciones continúen en el tiempo, con Bolsonaro restringiendo cada vez más los poderes de Paulo Guedes, por la conciencia del carácter antipopular –y, por tanto, limitante– del modelo neoliberal, más aún en su versión ultra de Guedes, choca con las bases de apoyo popular que tanto alimentan a Bolsonaro en su proyecto de reelección.

El modelo neoliberal es, en esencia, antipopular y, por tanto, tiende a ser derrotado electoralmente. Incluso cuando salió victorioso, como en las elecciones de Mauricio Macri en Argentina, es efímero. Un dilema para el gobierno de Bolsonaro, que, en sus posiciones aventureras, puede incluso atentar contra este modelo, con el riesgo de perder el apoyo de las grandes empresas y los medios económicos. Un dilema que, ante la posibilidad de que Bolsonaro llegue al final de su mandato, lo acompañará allí.

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https://www.alainet.org/es/articulo/208562

 

 

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