Covid-19: Los vuelos malditos

José Luis Pérez Canchola
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“Los vuelos malditos”, así llamó el presidente de Guatemala, Alejandro Eduardo Giammattei, a los vuelos procedentes de Estados Unidos con miles de guatemaltecos deportados y muchos de ellos contagiados por el coronavirus. Todo empezó cuando el Servicio de Inmigración estadunidense procedió a expulsar a sus países de origen por vía aérea, a migrantes indocumentados y solicitantes de refugio, omitiendo el examen médico correspondiente.

De acuerdo con datos del Centro de Investigación Económica y Política de Washington, DC, el gobierno estadunidense ha enviado, entre febrero y junio, tan sólo a Guatemala, Honduras, El Salvador y México, un total de 279 vuelos con miles de migrantes deportados.

En el caso de Guatemala, del 3 de febrero en que se registró el primer vuelo con casos sospechosos, a la fecha se han identificado más de 180 deportados enfermos de covid-19, incluyendo algunos que fallecieron en los días posteriores a su llegada. Para el ministerio de Salud de Guatemala, el 20 por ciento del total de los enfermos por covid-19 son casos de deportados de Estados Unidos.

Solamente en un vuelo, el 27 de abril, se identificaron 40 migrantes contagiados. Esto según declaraciones del presidente guatemalteco a la agencia EFE. La pregunta es ¿cuántos más de estos casos han llegado al resto de los países mencionados? Con la circunstancia de que México ha recibido 39 de estos vuelos.

En estos cinco meses, el presidente Donald Trump ha ordenado la expulsión preventiva de estos migrantes y solicitantes de asilo incluyendo niñas, niños y adolescentes que viajan solos, en base a las recomendaciones del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.

          Lo que no se dice es que muchos de estos migrantes se contagian en los Centros de Detención a cargo del Servicio de Inmigración de Estados Unidos. Las empresas privadas a cargo de la custodia de estos migrantes indocumentados afirman tener un registro acumulado de 930 contagios entre su propio personal como son guardias de seguridad y personal administrativo. Todo esto de acuerdo al informe presentado al Congreso de Estados Unidos por las empresas privadas como Core Civic y Management & Training Corp., entre otras. Adicionalmente se reconoce al mes de junio a otros 45 oficiales del Servicio de Inmigración víctimas de covid-19.

La consecuencia es que estamos ante miles de migrantes revictimizados, primero por la fata de cumplimiento del protocolo de salud correspondiente en los 70 Centros de Detención, y que resultaron contagiados para luego ser deportados a sus países de origen.

En el caso de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador debe ser debidamente informado sobre el alto riesgo de seguir recibiendo estos vuelos con migrantes mexicanos, que son deportados sin las medidas sanitarias preventivas urgentes y necesarias. Adicionalmente están aquellos otros que son deportados por las ciudades fronterizas.

Donald Trump seguirá siendo un presidente racista y antiinmigrante. Por lo mismo, mientras ocupe la Casa Blanca, seguirá deportando al mayor número posible de extranjeros enfermos o no, y de igual manera va a seguir con la construcción del muro fronterizo para según él, detener a los trabajadores migrantes que siempre acusa de ser criminales, drogadictos, violadores y portadores de todo tipo de enfermedades. Así que prepárense los gobiernos de Honduras, Guatemala, El Salvador y México para seguir recibiendo durante el año 2020 más “vuelos malditos” con miles de paisanos contagiados por covid-19.

 

 

El gran reto de la Cuarta Transformación

José Luis Pérez Canchola
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Dejar el gobierno en manos de los gobernantes, es un error muy común de los pueblos. Así lo pensó y así lo escribió en 1786, Thomas Jefferson, principal redactor de la Declaración de Independencia de Estados Unidos y tercer presidente de aquel país.

Jefferson era un convencido de que todo gobierno lleva en sus entrañas la semilla de la corrupción, misma que germina y crece sobre todo cuando los pueblos, por ignorancia o sumisión no son capaces de vigilar y controlar a quienes llegan a los cargos públicos buscando principalmente el beneficio personal.

Para los grandes filósofos de la antigua Grecia, un tema obligado era la corrupción. Algunos de ellos consideraban que esta conducta existía desde el origen de la misma civilización. Un ejemplo de un político corrupto nacido en Atenas en el año 384 AC, lo fue Demóstenes, mismo que aceptaba regalos en especie o en efectivo y votar en el parlamento a conveniencia de los grupos de poder. Ahora en el año 2020 DC, seguramente existen legisladores que hacen lo mismo que hacía Demóstenes, es decir venderse al mejor postor.

En La biblia hay infinidad de citas sobre las conductas relacionadas con el abuso y la corrupción. Por ejemplo, el profeta Isaías recomendaba rechazar “las ganancias fraudulentas”. En el Libro de Deuteronomio se pide rechazar todo soborno y maldice a aquellos que lo aceptan. Juan el Bautista, cuando unos soldados le piden que los bautice, les dijo que para tener ese derecho debían comprometerse a no extorsionar a nadie.

En México la corrupción es inseparable de nuestra historia. Basta recordar a los conquistadores españoles regalando espejos a cambio de piezas de oro elaboradas por los indígenas.

Pocos gobernantes se han distinguido en perseguir la corrupción. Tal es el caso del presidente Lázaro Cárdenas que se enfrentó a políticos y empresarios de gran poder, mismos que después de la Revolución habían utilizado recursos públicos para crear empresas privadas y para adueñarse de grandes extensiones de tierra.

Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, en su informe de 2014 mencionó a México entre los 70 países más corruptos en el mundo. Lo cierto es que este problema involucra a miles de políticos, gobernantes y empresarios, que se asocian con el crimen organizado y sobre todo con los carteles del narcotráfico. Estos criminales siempre están dispuestos a invertir su dinero en campañas electorales, a cambio de todo tipo de beneficios. Y qué decir del dinero que invierten comprando la complicidad de policías y militares, de jueces y fiscales. 

No hay vuelta de hoja: La corrupción ha existido y seguirá existiendo en todo tiempo y en todo gobierno. La mejor estrategia es combatir a los corruptos, perseguirlos y castigarlos con todo el peso de la ley, aun sabiendo que nunca van a desaparecer. Para esto, es indispensable que la más alta autoridad gobierne con honestidad, como decía Jefferson, y formar ciudadanos con el mejor nivel educativo, conscientes de sus derechos y resistentes a todo sometimiento. Este es el gran reto del gobierno de la Cuarta Transformación, ni más ni menos.

 

 

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