El México neoliberal: Fábrica de pobres

José Luis Pérez Canchola
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En 1982, cuando Miguel de la Madrid llegó a la Presidencia, los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, así como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se encontraban promoviendo la tesis de la no intervención de los Estados en el mercado, la eliminación de gravámenes, la privatización de las empresas públicas y la libre circulación del capital internacional. El propósito era imponer la economía de libre mercado; es decir, dejar todo en manos de la oferta y la demanda como lo dispone el modelo neoliberal. La primera ministra de Gran Bretaña, Margaret Thatcher, había sentenciado que “…frente al neoliberalismo no existe alternativa posible”.

La administración de Miguel de la Madrid dio inicio al tiempo que llegaban al mercado los primeros celulares y las primeras computadoras portátiles. Aquello fue una señal de los nuevos tiempos, y poco a poco las modernas tecnologías empezaron a ser más importantes que las necesidades básicas de las personas. En aquel sexenio las corporaciones internacionales multiplicaron sus inversiones en México y desde luego sus ganancias. Por su parte el salario perdió el 40 por ciento de su valor. La deuda externa pasó de 6 mil millones de dólares a 84 mil millones. Todo un saqueo.

Aquel gobierno incluyó en su gabinete a una serie de personajes egresados de las universidades de Harvard, de Yale y del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Fue una generación de tecnócratas educados en Estados Unidos. Todos ellos abrazaron el neoliberalismo y convirtieron a México en un botín del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de las empresas transnacionales. Pero esto sólo fue el principio.

Los siguientes gobiernos encabezados por Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña apoyaron con entusiasmo aquel latrocinio en contra de los recursos naturales y fueron omisos ante la explotación criminal de la mano de obra de los trabajadores mexicanos. Se trataba de un mal necesario, según los “expertos”, para poder competir en el mercado mundial.      

Salinas llegó a la Presidencia en 1988 con 53 millones de mexicanos viviendo en la pobreza. Peña Nieto terminó su administración en 2018, según el Coneval, con 52 millones de pobres. En el otro extremo y de acuerdo con la agencia internacional OXFAM, en México tenemos a 16 familias que concentran una riqueza cercana a los 150 mil millones de dólares.

En síntesis, nos hemos convertido en un país con grandes desigualdades, con millones de mexicanos en el desamparo, con miles de desaparecidos, con altos niveles de violencia criminal y con graves violaciones a derechos y libertades. Esa es la herencia del México neoliberal.

A esto se tiene que enfrentar el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Por lo mismo este es un sexenio de transición que necesita el apoyo de los mexicanos preocupados por el futuro de México. Podemos tener divergencias en algunos temas, pero tratándose de hacer justicia a millones de familias que buscan escapar del hambre, de la miseria y que sueñan con un mejor futuro para sus hijos, todos debemos involucrarnos por simple solidaridad humana.

 

 

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