De Tántalo y el retorno al suplicio

 

Jesús Delgado Guerrero / Los sonámbulos

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Tan entretenidos con las funerarias estadísticas provocadas por la “peste de la década”, que por cierto no han tocado fondo, lo cotidiano adelanta su  lúgubre regreso con su también fastidioso y democrático recuento de cadáveres, masacres, ejecuciones, atentados, feminicidios, escándalos de corrupción y riquezas mal-habidas, contratos leoninos en el sector energético, venalidad de jueces y secretarios para liberar a delincuentes mediante sobornos, así como la renuncia de funcionarios.

 

A eso hay que sumar los apocalípticos presagios en torno de la economía, como si ésta hubiera gozado de algún edén durante los últimos  seis sexenios, con deseos difundidos en calidad de pronósticos, y las lacrimosas quejas de francotiradores porque les cambiaron el nombre y ahora son sólo sicarios.

 

        En fin, el suplicio de Tántalo en la parte más profunda del inframundo, espacio reservado como castigo a los más malvados, resulta un paseo de campo frente al retorno de la anticipada “nueva normalidad” y su convulso paisaje nacional. Aunque nunca se ha ido, la realidad está volviendo a ocupar los correspondientes espacios de difusión, lo que indica que para ser real, lo que se dice “realidad con rigor”, requiere de atención mediática, así se trate de propaganda o de noticias falsas, más descaradas que simuladas.

 

Todo esto ha necesitado, desde luego, el concurso de perros terapeutas para hacer menos freudiano el diván de médicos y enfermeras que sobreviven a la pandemia, aliviando de paso el estrés provocado por los entrañables cuellos de botella viales, unidades de transporte con olor a “humano, demasiado humano” y los asaltos de rigor, concentraciones masivas sin sanas distancias y tianguis abarrotados para apoyar la reactivación de la economía, entre otros episodios que han trascendido lo meramente rutinario.

 

En esa forma y puestos los pies en los estribos de la carroza de la recuperación, si Emilio Lozoya, extitular de Petróleos Mexicanos aceptó ser extraditado de España a nuestro país para “cooperar” en el apestoso caso de sobornos a la firma brasileña Odebrech, y si las “verdades históricas” no han sido otra cosa que “verdades efímeras” en el caso Ayotzinapa, está justificado el optimismo de los representantes y ejecutantes de la Cuarta Transformación, que de esa manera dispondrán de municiones mediáticas para disparar a los adversarios en tiempos ya electorales.

 

Con ello, la convocatoria para un frente político contra el presidente y Morena en los próximos comicios federales se proyecta entonces como la vieja táctica futbolera de “T en B” (todos en bola), sin nada más que ofrecer, salvo diseñar una estrategia de propaganda negativa buscando capitalizar los errores, ciertos o supuestos, de las figuras que detentan el poder público, lo que será un nuevo suplicio para los ya atormentados electores.

 

La urgencia de buenas noticias desplaza así a las acciones en los temas importantes, sobre todo cambios profundos en materia financiera para que Hacienda no tenga que salir a subastar millones de dólares contados por miles, una forma edulcorada y hasta embustera de endeudarse y alimentar el apetito del casino financiero, sin obtener efectos positivos en la paridad peso-dólar.

        Por otro lado, se ha dicho que es prematuro hacer evaluaciones sobre las consecuencias económicas que generará la pandemia, y es verdad, pero en los bancos de Europa ya se afirma que la robotización de la industria aumentará hasta 70 por ciento, es decir, que habrá otro tipo de confinamientos forzados (excedente de mano de obra, según el eufemismo  neoliberal para referirse a los desempleados), en espera del color verde de otros semáforos.

          Así, el “gran descubrimiento” tras la emergencia sanitaria no será la vacuna, sino que muchos puestos de trabajo no son necesarios, y que esto permitirá a los sobrevivientes de la burocracia, tanto la privada como la gubernamental, exigir aumentos salariales y, lo mejor, negociar “horas-trasero” fuera de la oficina, todo sin necesidad de representación sindical y bajo el emergente argumento de que la actividad “home-office” no afectó la productividad.

 

 

O recauda o se desfonda, el dilema de la 4T

 

Jesús Delgado Guerrero / Los sonámbulos

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

A más de un feligrés del Ogro Salvaje se le debió haber erizado el cabello, aterrorizado, al leer o escuchar las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas para crear sistemas tributarios más justos y promover la creación de empleos decentes (se supone que sin la miseria salarial ni la desprotección social mediante los tenebrosos outsourcings actuales), además de desarrollar sistemas integrales de bienestar social y reforzar mecanismos de protección social.

 

Si las palabras de António Guterres, secretario general de la ONU, sonaron a que el neoliberalismo no sabe otra cosa que producir miseria, las matizó diciendo que hay que cambiar de modelo de desarrollo en América Latina ya que a finales de este año habrá 230 millones de pobres en la región (El impacto de covid-19 en América Latina y el Caribe).

 

La desigualdad en esa zona se ha vuelto insostenible, según el ingeniero físico de origen portugués, aunque la consideración cabría a escala planetaria.

 

          De acuerdo con lo difundido en la prensa nacional, en el caso de México “la ONU estima que 50.3 por ciento de la población se encontrará en pobreza y 18.2 por ciento en pobreza extrema a finales de 2020, ambos por encima de los promedios de América Latina, que son de 37.2 y 15.5 por ciento, respectivamente”. “La desigualdad aumentará 4.7 por ciento en la región, particularmente en Brasil y México, donde alcanzará hasta 5 por ciento”, dijo a su vez Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

 

Grave, además, la anotación de que los países de América Latina, incluido el nuestro, “traen a cuestas limitaciones de balanza de pagos, crisis cambiarias y alta informalidad, todos problemas que se suman a la crisis del coronavirus, por lo que serán necesarias condiciones favorables de financiamiento, exenciones, aplazamiento de pagos por servicio de la deuda y ampliar la asignación de derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional”

 

Peor todavía, “nuestra región tiene interés político de invertir, pero no necesariamente tiene espacio fiscal necesario”, lo cual quiere decir simplemente que los gobiernos no cuentan con dinero para ello.

 

Lo anterior lo confirmó el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien el 9 de julio resaltó que “la economía necesitará apoyos para la recuperación por al menos un año, incluso hasta por dos y medio más, a medida que enfrenta un espacio fiscal acotado para atender pobreza, desigualdad y falta de crecimiento, por ello se debe pensar en adelante en la política de austeridad”.

 

Como se está viendo, la austeridad no alcanza para todo, de modo que ¿de dónde se podría hacer de recursos la Cuarta Transformación para no quedar como una “deformación” más de buenas intenciones?

 

Tal como sugirió la ONU, es momento de modificar un sistema tributario que privilegia la evasión y la elusión fiscales (no pagar y pagar menos, respectivamente), y con ello la acumulación y la economía de casino, vil especulación.

 

Sobre esto, por ejemplo, el reporte de la minuta del Banco de México del jueves 9 estableció “que los riesgos persisten y que las salidas de capital han continuado, aunque a un menor ritmo con respecto a lo observado hace unas semanas. Algunos puntualizaron que los datos acumulados indican salidas superiores a 13 mil millones de dólares en renta fija. Al respecto, uno destacó que el total de valores gubernamentales en poder de no residentes actualmente asciende a alrededor de 90 mil millones de dólares”.

 

¿Todos esos tenedores de bonos de deuda pública (renta fija), domésticos y foráneos, se irían como Juan por su casa si se aplicara un impuesto, así fuera mínimo? Quizás por rencor, algún deschavetado se atreva, pero si algo temen los especuladores es justo que se hable de “tasas Tobin”, “tasas Piketty” u otras, porque eso pondría freno, en buena medida, a su codicia ludópata.

 

Desfondada casi al inicio de su andar y por motivos pandémicos, la Cuarta Transformación necesita, pues, allegarse de fondos. Y en este espacio de recaudación, a diferencia de su “espacio fiscal”, no está acotado. Es muy amplio. Las medidas de austeridad, por exageradas que sean, siempre serán bienvenidas, pero lo que hace falta también son iniciativas verdaderamente transformadoras.

 

 

 

 

Pin It