Genaro García Luna y la impunidad

Jorge Meléndez Preciado
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.     @jamelendez44

Craso error de Genaro García Luna fue creer que las organizaciones que aparentemente combaten al narco en Estados Unidos son muy decentes, amables, confiables.

Como todo Imperio, y nuestro vecino norteño es hoy el único, no tiene amigos sino intereses. Algo que ha sido la práctica durante siglos, pues han traicionado incluso a sus mejores aliados con tal de salir adelante en sus objetivos: fortalecerse como sea.

Por lo que la detención en Texas del que fuera considerado durante los sexenios de Vicente Fox y, principalmente Felipe Calderón, el gran policía, no fue tan inusual. Me dicen fuentes confiables que algunos de los lugartenientes de Genaro, viven en Costa Rica, donde gozan de sus riquezas mal habidas, debido a los sobornos y/o los atracos a delincuentes, en especial narcotraficantes que amasan dólares por montones. Producto por cierto de los 22 millones de adictos que existen en Estados Unidos, quienes son los principales compradores de los estupefacientes.

Que el combate contra las drogas en USA es una simulación y otra forma de racismo, lo podemos ver en dos ejemplos: el Museo contra la Droga en Nueva York solamente tiene retratos de afroamericanos, colombianos y mexicanos como ejemplo de los mafiosos y no hay ningún anglo y en las últimas décadas jamás han detenido a ningún capo de la mafia que sea estadunidense. Muestra clara que la guerra abarca a muchos, menos contra sus empresarios del crimen.

García Luna se presentó ante un juzgado y se le veía pálido, desorbitado y hasta lloroso. Algo que mostró el rostro de la derrota ante sus antiguos jefes de la Iniciativa Mérida. Se declaró no culpable, o inocente para decirlo en nuestro lenguaje, pero después, ya asesorado por sus abogados, en la próxima ocasión se atendrá a ser testigo protegido y cantará todo sin que el público se entere de sus asociaciones con políticos, militares, jueces, etcétera.

Hará algo parecido a los narcotraficantes que él, aparentemente, combatió: Jesús (el Rey), Zambada; Édgar Valdez Villareal (la Barbie), e incluso Vicente Zambada Niebla, el Vicentillo. Los tres y otros más habían señalado a Genaro como el que recibía billetes verdes por montones para que no los detuviera. Y él no cumplió en muchos casos, igual trato le dieron ahora los gringos.

          En el estupendo e imprescindible libro: El traidor, de Anabel Hernández, se lee: “El 2008 era el segundo año de gobierno de Felipe Calderón. El secretario de Seguridad Pública federal era Genaro García Luna, quien ya había recibido sobornos de al menos 8 millones de dólares del Mayo (Ismael Zambada), y al menos otros 50 millones de dólares de los Beltrán Leyva” (página 228). Eso en un momento donde ambas bandas peleaban a muerte. Aunque el policía a fin de cuentas protegía más al compadre del Chapo Guzmán, el Mayo (página 236), a quien jamás han detenido a pesar de sus 72 años. Como dice Dolia Estévez (Sin Embargo, 7 de enero), a fin de cuentas el poder político es el que ha protegido y le ha dado posibilidades de desarrollarse al narco. Algo que también ha contado de otra manera el investigador Luis Astorga (El siglo de las drogas y otros títulos), ya que en Sinaloa los gobernadores no sólo han impulsado sino asociados a los contrabandistas, tanto que muchos tienen empresas y hectáreas ganaderas y agrícolas que nadie toca.

¿Por qué este cambio repentino para García Luna? Lo señala bien el periodista Témoris Grecko (Facebook, 7 de enero), después de algunos, pocos años, como es el caso de los testigos que colaboran con la DEA, FBI, CIA y demás organizaciones, saldrá de prisión, tendrá una buena parte de sus millones y posibilitará que la información exclusiva la maneje a su arbitrio la supuesta “democracia representativa mundial”.

El negocio, de los más productivos y globalizados que hay, debe seguir, y Genaro no fue más que un accidente en el camino que debería hacerse a un lado porque seguramente no cooperó o hizo algo incorrecto, pero como le dijo el abogado de Ismael Zambada, Fernando Gaxiola, a la compañera Hernández para el libro mencionado: “Cuando el Mayo hace 100 millones de dólares, algunos hacen en Estados Unidos 200 por la misma operación”. Y es que la cocaína se vende en Colombia a 3 mil dólares por kilo, en México esa misma cantidad se compra en 13 mil dólares y en Los Ángeles se cotiza en 20 mil dólares.

Vicente Fox ya no tuitea, Felipe Calderón se mueve pero sacude lodo por todas partes (¡pobre Margarita!) y Enrique Peña ni se asoma, mejor difunde fotos de su pareja, Tania Ruiz, con uno de sus hijos, ya que hasta la peluca le quitaron.

Mientras eso sucede en nuestra tierra, otro pájaro de grandes cuentas, Raymundo Collins, quien fue jefe de la policía capitalina y mano derecha de Guillermo González Calderoni (encargado aparentemente de la seguridad pública y asesinado en Estados Unidos), es acusado por hacer negocios ilícitos en el Instituto Nacional de la Vivienda (Invi) capitalino, algo que le pega en el centro a quien lo designó, Miguel Ángel Mancera.

Mugre y sangre por todos lados.

 

 

Marcha por la paz, una iniciativa atendible

Jorge Meléndez Preciado
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El 23 de este mes, Javier Sicilia, Julián LeBarón y su gran familia han citado para realizar una marcha de Cuernavaca, Morelos, al Zócalo de la capital del país. El objetivo central es llamar la atención a las autoridades federales por el clima de violencia, que no para, y apoyar la lucha contra las bandas criminales, que actualmente son más de 80 de las que se tiene noticia.

La familia LeBarón, por cierto, ha sido atendida por los reclamos de justicia acerca de las seis mujeres y tres niños que fueron masacrados el año pasado en el norte del país. Hasta la fecha, se sabe, hay varios detenidos, entre ellos el jefe de la policía de Janos, Chihuahua, Alejandro Villegas, quien aparentemente participó con su corporación en esa terrible matanza. Pero hay más criminales sueltos y Julián dice que la procuraduría de Chihuahua, cuyo gobernador es Javier Corral, ha sido negligente en hacer su trabajo, algo que también ha sucedido con el asesinato de la compañera Miroslava Breach.

Por su parte, Javier Sicilia ha querido reunirse con Andrés Manuel López Obrador y para ello utilizó tres cartas publicadas en la revista Proceso, aunque el Ejecutivo no ha querido darle tiempo a dicho activista.

La manifestación, al decir de Le Barón y Sicilia no es contra López Obrador ni para buscar chivos expiatorios, sino con el objeto de hacer un llamado a la sociedad para atacar ese mal, tratar de coordinarse con las autoridades en la lucha contra la mafia y hacer visible, una vez más, que hay cientos de miles que reclaman justicia y paz.

Propuestas y argumentos muy atendibles en los cuales debemos participar todos.

 

 

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