El espanto de la clase media

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Que mis palabras son fragmentos
Balbuceos de una frase oscura
Migajas de una vieja historia
J. E. Eielson: “Poema”

Por los cien años del Partido Comunista Mexicano.

Desde el punto de vista de la política, los movimientos telúricos continúan. Algunos visibles, claros, contundentes. Otros, como son ellos: cargados de insidias, de recovecos, de dobles y falsas caras. Todos ellos tendientes, cada vez más, a concretar las luchas paulatinamente más intensas que se dan entre un capitalismo que nada quiere perder y las luchas antineoliberales que buscan implantar nuevas formas, de transición, de organización social. Este fin de semana, por ejemplo, en América del Sur, dos batallas atrajeron la atención de los analistas políticos que estamos atentos a las cuestiones de la geopolítica contemporánea: por un lado, al fin, la liberación de Lula en Brasil, luego de una decisión judicial que ya no podía retrasarse; pero, por el otro lado, se tuvo que lamentar el golpe de Estado boliviano –comandado por los milicos de ese país–que obligó a Evo Morales a dejar la Presidencia de Bolivia, para, según los golpistas, preparar nuevas elecciones con el aval de la espuria OEA.

Más allá del saldo de tristeza que dejan las acciones descritas de Bolivia, hay, junto con ellas, un conjunto de lecciones que no se pueden pasar por alto, en particular en estos momentos en que se disputa con gran fragor por limitar cada vez más los efectos maléficos de un neoliberalismo que impulsa con todo la polarización de la riqueza, y que sume en la pobreza extrema, también cada vez más, a millones y millones de seres humanos, particularmente niños y ancianos.

De esta manera, es urgente explicarnos qué fue lo que pasó en Bolivia y luego de las elecciones del domingo qué se disputa con ardor en España. En el primer caso, las cuestiones parecen concentrarse en un proceso descrito por Marx en donde van de por medio cuestiones vinculadas al valor y en particular a las relaciones que se dan entre valor de uso y valor de cambio, que la autora Andrea Santos Baca considera como la superación de la contradicción principal del capitalismo en el siglo XXI y que nos lleva a ver con ella y detenimiento el qué sucede cuando amplias franjas de la población (en particular jóvenes), como en Bolivia, dejan atrás la pobreza y se inscriben incipientemente en la clase media, concentrándose en ciertos polos urbanos (en el caso de Bolivia, La Paz y Santa Cruz) reclamando derechos de consumo que poco antes, para nada, eran los suyos. En el caso de España, la obcecación de Pedro Sánchez, del PSOE, por no compartir los puestos de gobierno con Unidas Podemos, está obligando a los electores a inclinarse cada vez a las filas de la ultraderecha de Vox y el PP y llevando otra vez al país español a un pozo sin fondo, que en la Europa actual sería catastrófico para los iberos.

Desde otro punto de vista, aparece de nuevo lo electoral como la vía que abre los espacios para que sucedan las catástrofes sociales como las de Bolivia, y si no se actúa con mesura y frialdad muy posiblemente España. O nos damos cuenta que la democracia representativa es sólo un gran engaño o, socialmente, no se avanzará para fincar nuevos regímenes sociales que ayuden en efecto a erradicar el neoliberalismo.

Ambas, tristes lecciones para nuestro país, que ojalá y el caudillo actual, AMLO, lo tomara en consideración para no lamentar luego las consecuencias.

 

 

Inteligencia, ¿déficit?

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Temí por ti.
Te supuse estropeada y vencida,
Sin defensa ante el acoso
E. Aray: “Un instante de verano”.

Desde luego no estamos en Florencia, en la Italia del Renacimiento, y por ende es virtualmente imposible que caminando por la calle nos entrecrucemos con Maquiavelo y podamos preguntarle si él tiene alguna idea sobre lo que hoy está pasando en el país un día sí y el otro también. Pero si bien es cierto que esos encuentros de ultratumba no se pueden concretar, uno sí puede hoy leer El príncipe y leer también el reciente libro de Piketty Capital e ideología para darse cuenta que no tiene nada de casual ni de eventual la ola de violencia que desde hace un mes, aproximadamente, avanza por el territorio nacional y que, desde las filas de los comentócratas (Carlos Loret de Mola) e intelectuales  reaccionarios y conservadores (Jorge G. Castañeda), es caldo de cultivo para denostar acremente al régimen de gobierno de López Obrador.

          Es decir, tanto Maquiavelo como Piketty señalan en sus libros respectivos cómo, desde las filas de la reacción, siempre existen campañas ocultas de desestabilización gubernamental que requieren ser contrarrestadas por la existencia de aparatos de inteligencia que se encarguen de neutralizar esas campañas, primero identificándolas y luego combatiéndolas con aquellas armas que permitan desaparecerlas, como hoy pareciera ser necesario una vez que se manifiestan de una manera aparentemente imparable y cada vez más malévola. Es decir, ¿son casuales los hechos de violencia que desde Aguililla hasta la masacre de parte de la familia LeBarón cerca de Agua Prieta en Sonora se han registrado recientemente en el país? Haciendo un análisis de esos hechos –hasta hoy cinco o seis de esos hechos violentos, incluyendo Culiacán–, bien puede afirmarse que ellos se distinguen no sólo por la existencia de varios fallecidos, sino por algo que hasta hoy poco se ha mencionado: la persistencia de sus registros y sobre todo el despliegue de una violencia criminal que enfrenta con el mismo o mejor armamento a las fuerzas de seguridad del Estado mexicano, como si una de sus finalidades fuese precisamente mostrar a esas fuerzas como débiles e insuficientes y fallida la estrategia con que esas fuerzas operan. Si esto último fuera cierto, habría, de inmediato, que denunciarlo y ponerlo en claro, antes de que como táctica desestabilizadora siga avanzando. De que ya nos dimos cuenta de cuál es la finalidad de la campaña de violencia que se está desplegando, ya nos dimos cuenta, pero y ¿qué se hará frente a tanta maldad?

          Está bien, sin duda, que el aparato policiaco-militar que operaba en contra de los luchadores sociales de años anteriores recientes (el terrorífico Cisen) haya desaparecido, pero, ahora, quién se está encargando de las tareas de inteligencia que todo gobierno debe desplegar para evitar que él, ese aparato de gobierno, realice con la eficiencia requerida la multiplicidad de tareas que tiene a su cargo y frenar de tal forma las malhadadas tareas de sabotaje que siempre, en ningún momento, dejarán de llevar a cabo los enemigos del orden que buscan implantar el gobierno que desplazó a quienes, los neoliberales, quieren a la fuerza volver a gobernar. No se vale hacerles el juego a esos villanos.

            ¿Quién, pues, entonces, tendrá mayor inteligencia?

 

 

El análisis de los tiempos modernos

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Algo cruje; ciertamente algo cruje.
Madera o mundo o muerte ya cansada
cruje
M. Rojas: “Algo cruje”.

Como escribe Max Rojas: “Algo cruje...”; algo no suena bien en el país, desde el momento en que el general Homero Mendoza Ruiz, jefe del Estado Mayor de la Sedena, afirma que hoy hay un desgaste muy fuerte del Ejército dadas la diversidad y multiplicidad que la institución hoy tiene que desempeñar con los mismos efectivos conque antes realizaba menos tareas y menos multiplicadas. ¿Para bien o para mal? Es al Ejército allí (y a su jefe máximo) a quienes toca hacer el balance, para saber con certeza en dónde estamos, en ese sentido, parados (a Durazo no, porque él, creo, ya se va).

Aunque una excusa leve al respecto, es que no sólo nosotros estamos crujiendo: cruje el Medio Oriente, cruje Chile y crujen (es domingo) Argentina y Uruguay; ah, y crujen también España e Inglaterra. El mundo, pues, cruje; está inquieto. Puede decirse que si bien la economía tampoco está estable, pareciera ser que los remesones políticos son los que más están conmoviendo a la contemporaneidad y no la dejan tranquila ni para bien ni para mal, lo cual conlleva una lección extraña: ¿ha dejado de ser la economía el factor social de cambio determinante y todo ahora se está inclinando hacia la política? ¿Era por eso que en su discurso de toma de posesión, Salvador Allende fue enfático al señalar que de las primeras tareas a emprender estaba limpiar el cochinero económico que le habían dejado, para, de manera paralela, hacer entender que políticamente comenzaban nuevos tiempos, cosas, ambas, que Pinochet y los milicos no lo dejaron hacer?

Otra cuestión importante, al respecto, son los tempi. Es decir, en cuestiones de cambio social (una lección que el actual gobierno no ha querido o se ha negado a entender) es que no se dispone de toda la eternidad para ejercer el castigo en contra de quienes lo tienen bien merecido: ¿En dónde están, por ejemplo, Romero Deschamps, Osorio Chong, Gamboa Patrón, Lozoya Austin y su jefe máximo, Enrique Peña Nieto, quien sonriente aparece en la más reciente portada de Forbes, luciendo como uno de los hombres más ricos del mundo? ¿Eso quiere decir que para esos trúhanes no habrá castigo en la 4T? ¿Por eso es que Jaime Rodríguez escribe tan encanijado en contra de la 4T en las páginas de este diario; y por eso es que mucha gente que votó por AMLO no entiende qué está pasando? ¿Esos serán los consejos de AMLO para Alberto Fernández: “Tranquilo, che bebé, no te apresures”?

Algo, pues, no está funcionando en los tiempos modernos de América Latina: o los gobernantes piensan que disponen de todo el tiempo del mundo para lograr que las cosas política y económicamente funcionen de otra manera, o los gobernados, con la paciencia acabada, creemos que esos gobernantes no entienden por qué fue que votamos por ellos.

El tiempo de los dilemas comienza a quedar atrás. O hay definiciones ¿o habrá otra vez cambios?

 

 

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