América Latina se encuentra en caos

* Evo y asilo * Chile en honduras * Ecuador explota y se calma * Argentina regresa al pasado * El gobierno de la 4T celebra la falta de crecimiento

Luis Gutiérrez Poucel / Ideas sueltas
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Tantas cosas tan relevantes han sucedido en los países latinoamericanos que es difícil formarse una idea de las causas comunes y de las lecciones que podríamos aprender. Lo acontecido en Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile y México vale la pena examinarlo, aunque sea de manera somera, para distinguir lo real de lo ficticio, pues tan sólo se necesita una mentira para poner en duda todas las verdades.

Evo y el asilo mexicano

Nunca he sido partidario del expresidente de Bolivia Evo Morales. Desapruebo su ideología e intenciones reeleccionista a través del fraude electoral. A su vez, confieso que soy un crítico regular del presidente Andrés Manuel López Obrador y su gobierno de la 4T. Desapruebo sus políticas económicas, su decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco en favor del aeropuerto ratonero de Santa Lucía, su estrategia de seguridad (o falta de ella), etcétera. Sin embargo, no desapruebo de la decisión de su gobierno de concederle asilo político a Evo Morales.

México, desde el siglo XIX hasta nuestros días, ha sido refugio de los perseguidos políticos y víctimas de la violencia, ya sean estos de izquierda o derecha. México acogió a los republicanos españoles perseguidos por el franquismo, a los cubanos anti Batista (incluyendo al propio Fidel Castro) y luego anticastristas, de los chilenos antipinochetistas, de los argentinos anti Videla, de los tupamaros uruguayos, de los centroamericanos perseguidos por sus gobiernos en turno, tal y como se acogió a los nicaragüenses anti Somoza y anti Ortega, a los venezolanos anti Maduro, a León Trotsky, al sha de Irán, a la esposa de Salvador Allende, etcétera.

¿Qué pasó en Bolivia?

Después de haberse logrado 37 años de gobiernos constitucionales se presentaron elecciones presidenciales el 20 de octubre y Morales participó para obtener su cuarto mandato, ganando –de acuerdo recuento oficial– las elecciones. Para poder participar por ese cuarto periodo lanzó un referéndum en el 2016 con la intención de enmendar la Constitución y así permitir la reelección indefinida, pero lo perdió. Así es que, para competir en dichas elecciones, presionó para que las autoridades relevantes aprobaran su participación.

La OEA, observadores independientes y la oposición señalaron irregularidades en el triunfo de Morales, por lo que se presentaron tres semanas de violentos disturbios que llevaron a la renuncia del presidente Morales tras haber perdido el apoyo de las fuerzas armadas y de la policía. Evo aceptó el ofrecimiento de asilo del gobierno de AMLO y llegó a México en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana el 12 de noviembre.

Muchos han criticado la decisión del gobierno de AMLO de concederle asilo al dictador Evo Morales que, con trampas, amenazas y medias verdades logró extender su mandato de manera ilegal en el 2014. A pesar de ello, la decisión del gobierno de AMLO fue congruente con nuestra tradición humanista de conceder asilo a los perseguidos políticos y aquellos cuya integridad física peligra en su país. Aparte, la figura del asilo político tiene que ver más con el bien mayor que con nuestra evaluación de los méritos o desméritos del refugiado. De no habérsele concedido asilo político a Evo la tensión en Bolivia y América Latina hubiera aumentado, seguramente lo hubieran apresado o asesinado, lo cual lo hubiera convertido en mártir, echándole más fuego a la hoguera. El principal beneficio de haberle concedido refugio es el de haber reducido la inestabilidad política y social en Bolivia, contribuyendo a nuevas elecciones y a un cambio pacífico de poder.

Si algo podemos aprender de la experiencia boliviana es que las fuerzas armadas aguantan mucho hasta que llega el momento en que ya no aguantan más.

Ecuador, de la explosión a la calma

Ya varios economistas hemos apuntado que las fórmulas de ajuste del Fondo Monetario Internacional aun cuando necesarias, sus tiempos son muy cortos y el costo de los ajustes recae más en las clases medias y vulnerables que en las de los más pudientes. Eso, desgraciadamente, aumenta la desigualdad relativa y promueve el resentimiento. El apretón fiscal que recomendó el FMI en Ecuador implicaba un aumento de más del 100% a los precios de los combustibles para el transporte. Los gremios de transportistas inmediatamente se manifestaron en contra de la medida, paralizando el transporte. El gobierno negoció con ellos concediéndoles varios beneficios arancelarios y tributarios lo que permitió levantar el paro del transporte.

Sin embargo, paralelamente y de manera espontánea los indígenas ecuatorianos agrupados en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Conai, protestaron contra la eliminación del subsidio a los combustibles, pero no sólo eso, sino que también protestaron contra el modelo económico avalado por los organismos internacionales. La queja principal contra el modelo neoliberal de crecimiento es que era excluyente y empobrecedor. La protesta y el descontento civil se produjeron en el marco de una severa crisis fiscal, alto endeudamiento y un crecimiento nulo. El gobierno del presidente Lenín Moreno no quiso dar su brazo a torcer por lo que los disturbios se prolongaron por dos semanas, volviéndose más violentos, resultando en siete muertos y más de mil trescientos heridos.

Finalmente, el gobierno de Moreno echó para atrás el decreto y rápidamente retornó la calma al Ecuador.

Argentina continúa marcha atrás

Cuando Mauricio Macri ganó las elecciones en el 2015, la inflación y el déficit fiscal eran altos, aparte de que existía un complejo sistema de control de cambios que generaba trabas, aislamiento y mercado negro. Consciente del costo social de los ajustes recomendados por los organismos internacionales, Macri optó por una estrategia gradual de ajuste, o sea un ajuste a cuentagotas que iría reduciendo el gasto público sin golpear severamente a las poblaciones vulnerables que dependían del mismo. Sin embargo, una terrible sequía y un diagnóstico optimista del contexto internacional conspiraron contra sus políticas económicas y tuvo que solicitar un rescate financiero del Fondo Monetario Internacional. El FMI aprobó en el 2018 un crédito por 57,000 millones de dólares a Argentina, el más grande en la historia de la entidad. El apretón fiscal recomendado por el FMI para recortar el gasto y profundizar la austeridad no fueron bien recibidas por los argentinos. Mauricio Macri perdió las elecciones en la primera vuelta contra el candidato peronista Alberto Fernández apoyado por Cristina Fernández de Kirchner, ahora vicepresidenta electa.

El panorama inmediato para Argentina no es nada halagador. La economía continuará estancada o decreciendo, los productos de primera necesidad continuarán escaseando o aumentando de precio, el valor de su moneda continuará decayendo. Argentina no se recuperará hasta que no acepte que tiene que tomar la medicina del ajuste, eso no está para discutirse, lo que está para examinarse es cómo y quién va a afrontar esos costos.

Si algo se puede aprender de las experiencias de Argentina y Ecuador es que los ajustes se tienen que hacerse antes de que el agua llegue al cuello de la economía.

Chile en honduras

Confieso que me tomó por sorpresa los disturbios y violentas protestas en Santiago de Chile que poco a poco se extendieron al resto del país. La causa inicial fue el alza a la tarifa del sistema público de transporte en Santiago. La reacción de los estudiantes y pobladores vulnerables de Santiago fue de tal magnitud que el presidente Sebastián Piñera decretó estado de emergencia y toque de queda, lo cual en lugar de disuadir a los protestantes alimentó más el fuego del descontento social. Después de varios días, los protestantes pudieron articular las razones de su protesta: el alto costo de la vida, las bajas jubilaciones, los altos precios de fármacos y servicios de salud, el alto costo de la educación, un rechazo generalizado a las instituciones y a la clase política.

Al principio el gobierno cometió el error de subestimar las protestas, luego, como estas continuaban y crecían el presidente intentó un cambio de gabinete, lo cual tampoco funcionó. Ahora está dispuesto a discutir una reforma constitucional para incorporar los derechos sociales. Al momento, los costos humanos han sido 21 muertos, más de 2,000 heridos y alrededor de 5,000 detenidos.

¿Cómo se puede explicar esto? En la segunda mitad del siglo XX los argentinos consideraban a Chile como el hermanito pobre, situación que se revirtió en las últimas décadas. Chile ha sido el país latinoamericano que más ha conseguido el éxito socioeconómico, logrando mayor reducción de pobreza, aumento del bienestar social, crecimiento de la clase media, movilidad social y disminución de la desigualdad. En este contexto, la explicación del descontento social y la violencia de las protestas van en contra del sentido común.

Mi profesor en Harvard, Samuel Huntington, en su obra El orden político en las sociedades en cambio, nos recordaba que la pobreza y el atraso económico no eran las fuentes de la violencia e inestabilidad política. Es cierto, los países desarrollados tienden a ser más estables y pacíficos que los menos desarrollados, pero tampoco es verdad que los países más pobres y atrasados sean los más inestables y violentos. Sin embargo, una sociedad tradicional, atrasada, ignorante y pobre es generalmente estable.

Lo que genera la inestabilidad política no es la falta de modernidad sino los esfuerzos por lograrla. La modernidad implica estabilidad mientras que el proceso de modernización genera inestabilidad. Los fenómenos como la disminución del analfabetismo, la educación masiva, la urbanización, y el progreso en los medios de comunicación provocan un aumento en las aspiraciones y expectativas de la gente. Las aspiraciones, que al no ser satisfechas con la velocidad esperada llevan a la acción política, lo cual produce inestabilidad, confrontación y desorden. En efecto, el crecimiento económico aumenta la capacidad de la sociedad para satisfacer las aspiraciones de los grupos vulnerables, pero el mismo proceso alimenta la frustración social, el descontento, la impaciencia y la inestabilidad política.

Las etapas iniciales del crecimiento económico tienden ensanchar la brecha de la desigualdad entre ricos y pobres: “aun cuando los pobres reciban ahora más ingresos que antes, los pobres saben ahora que los ricos son más ricos que antes”. La movilización social, consecuencia del proceso de modernización, socava la aceptación de la desigualdad, generando descontento e inestabilidad política.

El crecimiento económico en Chile, junto al proceso de modernización, el aumento de los ingresos absolutos y el aumento de la desigualdad relativa fomentó los fenómenos sociales de frustración y descontento social. Sólo se requería una chispa para detonar la frustración de los chilenos.

Después de décadas de crecimiento estelar en la historia del continente, las protestas y disturbios en Chile me hacen recordar los movimientos y protesta europeos de 1968 y 69, que se dieron después de décadas de crecimiento económico y mejoramiento del bienestar, movimientos que, si no cambiaron el statu quo económico, si cambiaron el contexto cultural.

Si alguna lección podemos derivar de lo que está sucediendo en Chile es que crecer es importante, pero hay que crecer de manera progresiva o igualitaria. El proceso tradicional de crecimiento neoliberal, en la cual los más ricos reciben más y los pobres menos, tiene que ser administrado por los gobiernos republicanos para que la distribución relativa de los beneficios del crecimiento sea progresiva o por lo menos igualitaria.

El gobierno de la 4T celebra el escaso crecimiento

Tengo que reconocer, querido lector, que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador es testarudo y obstinado. A todos nosotros nos consta que en varias ocasiones se le ha dicho que para crecer no solamente hay que gastar en consumo, sino invertir, y que no solamente hay que invertir, sino invertir bien. El problema es que la mayoría de las personas que han dado estos consejos son economistas y AMLO no considera a la economía como ciencia y piensa que los economistas sensatos son neoliberales y por lo tanto conservadores en contra del pueblo. Sin embargo, después de casi un año de ser presidente, al ver que no solamente no estamos creciendo a las bajas tasas de las administraciones pasadas, sino que no estamos creciendo nada, en lugar de corregir el rumbo de sus políticas económicas, celebra que estamos mejor y que tiene datos diferentes. En otras palabras, nuestro presidente no solamente no quiere reconocer errores, ni emendar el rumbo, sino celebrar sus malas decisiones.

Tras conocerse que la economía casi no creció en lo que va del 2019, AMLO afirmó que la economía va por buen camino, que no hay recesión, que el avance es escaso porque se está poniendo orden. “Ya no gastar por gastar, ni otorgar contratos a diestra y siniestra”. De acuerdo a sus datos, vamos muy bien y que para hacer una buena evaluación habría que ver todos los indicadores y no solamente los del crecimiento.

Los datos indican que el 2019 fue un año perdido, no crecimos, ni mejoramos el bienestar promedio de la familia mexicana. El enfoque clientelar de dar dinero a los grupos vulnerables, ayuda en el corto plazo, pero no en el mediano ni en el largo plazo, pues no promueve crecimiento, sino tan solo gratificación instantánea, el consumo inmediato. Los economistas ya le han dicho a nuestro presidente que si quiere ayudar a los grupos vulnerables lo mejor es promover que la economía crezca para crear nuevas fuentes de empleo. Hay que enfocarse necesariamente a programas de infraestructura que generen productividad y volver a hacer el dinero a circular y multiplicarse. El principal detonante del crecimiento económico en México son las pequeñas y medianas empresas, las cuales se requiere apoyar para generar un círculo virtuoso en el país. Son fórmulas ganar-ganar, no de otorgar y sacrificar. Mientras la administración de la 4T no replantee sus políticas económicas, el fantasma de la recesión seguirá presente.

Según mis estimaciones y hasta el momento no he fallado, el PIB de México decrecerá alrededor de 1% en el 2019. Este pronóstico, aun cuando más pesimista que el de los organismos internacionales y las calificadoras de riesgo, está en línea con la incapacidad de cambio de rumbo del gobierno de AMLO. En efecto, mientras que el Banco de México y la Secretaría de Hacienda han aceptado las previsiones de los organismos internacionales y las calificadoras de riesgo, nuestro terco presidente todavía no lo ha hecho, y la decisión que cuenta es la de él y de nadie más.

En cuanto al pronóstico de crecimiento para el 2020, probablemente vamos a decrecer o seguir estancados. Las perspectivas económicas globales indican que el 2020 va ser un año desafiante. Los organismos internacionales auguran que cerca del 90% los países van a sufrir una desaceleración en sus economías. Si la economía se mantiene estancada por varios años consecutivos, no hay duda que México tendrá una crisis social y política.

La desaceleración económica no ha tocado fondo, a pesar de que el sector industrial suma 11 caídas consecutivas, que se sigue debilitando el consumo e inversión privadas, que continúa la incertidumbre en las políticas públicas, que continúa la falta de confianza por parte de los inversionistas y que continúa la inseguridad en el país.

AMLO debería revisar su estrategia y poner al crecimiento económico como una de las prioridades de su administración, hasta el momento le ha dado mayor importancia al consumo social y a la estabilidad a costas del crecimiento y el desarrollo económico.

En 1992, cuando Clinton competía contra George Bush para la Presidencia de Estados Unidos, se hizo famosa una frase, que parafraseando decía así “¡Estados Unidos es la economía, estúpido!” Ojalá que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador comprenda, si quiere dejar un legado positivo, que la fortaleza de México es su economía… “Nunca habrá igualdad si no hay nada que distribuir.”

 

 

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