En el futuro, ¿apostarle a qué?

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Aunque próxima al caos, por no agradar al mercado,
lejos estás de la tierra que tu cuna fue.
G. Grass: “Vergüenza de Europa”.

No me tocará a mí vivirlo. El 2070 queda lejos. No, vivirlo no; pero pensarlo sí, nadie me lo impide. Pienso, pues: el futuro para entonces, cuando se presente, desde luego, lamentablemente cuando se presente, será triste aún para el país, con todo y que ese año, dice el Banco Mundial, México habrá saldado su deuda del Fobaproa y puede ser que para entonces, si alguien como AMLO sigue al frente del país, la economía, al fin, podrá crecer al 4% anual y habrá así recursos suficientes para distribuirlos equitativamente..., si es que para entonces las adicciones y la inseguridad dejan población sana con la cual trabajar para que el país siga avanzando.

¿Qué tanto el futuro condiciona al presente? Si no lo condiciona, sí nos hace percibir que son muchas las dificultades que el país debe afrontar ahora si es que quiere salir adelante y que el futuro que se vislumbra ahora sea para entonces muy diferente a ese que hoy se vislumbra. ¿Qué hacer por ejemplo hoy con la deuda externa, que limita de manera sensible las posibilidades de crecimiento, ahora, de la economía del país? ¿Qué hacer con las adicciones y la inseguridad que tienen hundidas a ciudades enteras (el triste caso de Ciudad Juárez) en la descomposición social casi absoluta? Si bien, como aquí ya se ha escrito, esa descomposición social es herencia de años de gobiernos irresponsables y corruptos, lo que no se puede negar es que allí está y está condicionando en mucho el presente y el futuro (con mucho el inmediato y en gran medida el mediato) del país, lo que lleva a pensar en si, en términos de gobierno, los factores adversos mencionados (deuda, adicciones, inseguridad), dada su gravedad, permiten afrontar el presente y sobre todo el futuro con tranquilidad, con visos de certeza y certidumbre enfrentando un panorama tan complejo.

Si bien, por ejemplo, hoy el gobierno trabaja arduamente para elaborar el Programa Nacional de Salud a partir de rezagos que no debieran existir (carencia de instalaciones, personal, medicamentos), lo mismo le va a pasar cuando tenga que asumir la responsabilidad de qué hacer con la educación en donde también los rezagos son múltiples e inexplicables, mientras que, por el otro lado, también son inexplicables las fortunas que existen entre nosotros cuya razón, extrañamente, es la misma que propició los rezagos en los servicios básicos mencionados: el mismo Estado corrupto dio origen, por un lado, al desorden, desorganización y pobreza social, mientras que por el otro propició y protegió irresponsablemente a todos aquellos que amasaron fortunas inconcebibles a costa de la corrupción en que ese Estado operaba.

Por un lado, es triste vivir en un presente en el cual el futuro no parece fácil, pues ¿Cómo recuperar las riquezas que se dilapidaron irresponsablemente (el petróleo) durante cerca de 36 años y que será difícil que regresen, en tanto que lo que sí está allí, en términos de futuro es una deuda capitalista que tiene atada a nuestra economía y que, mientras el capitalismo domine la economía mundial no será nada fácil escapar al yugo que ella implica?

Sí, qué bueno, 70 años de Revolución china; ¿pero, ello, qué tanto ha modificado realmente la estructura económica mundial?

 

 

Las caras ocultas

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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 Sólo cuando hace un hombre
el viejo Dios descansa.
A veces duerme poco
y es porque se lo matan.
A. Tejada Gómez: “Cuando Dios descansa”.

¿Cómo establecer con claridad los límites entre lo posible y aquello que, por cuestiones de principio de autoridad, no se puede permitir? ¿De dónde nace el principio de autoridad; es él necesario? Si fuera sólo un principio más de orden, quizá él se perdería entre las nimiedades de ley y de Estado. Pero si él, como sucede, es la base de ambos, no puede ser despreciado así, tan fácilmente. Es decir, la ley y el Estado encuentran su razón de ser en el principio de autoridad, pues una ley no es tal si ella no se ejecuta y su violación conlleva castigo y pena ejecutados por quien tiene la facultad de hacerlo: el Estado. Es decir, sin principio de autoridad se anula el orden y la vida social se torna caótica y confusa.

Y sí, puede ser que todo estado de transición, como el que existe en México desde el pasado primero de diciembre hasta hoy, conlleve dudas y ajustes sobre ese principio de autoridad, más aún si él se encontraba virtualmente desaparecido dada la rotura del tejido social que durante 36 años el neoliberalismo había llevado a cabo con sus acciones. Difícil era pues, en un lapso de tiempo corto, reparar el tejido social y restablecer el principio de autoridad, en un ambiente que, desde la fecha mencionada, busca a toda costa crear un ambiente propicio que no permita concretar lo que se denomina un “golpe de Estado blando”, que permita, inmediatamente después desplazar del Ejecutivo a López Obrador y del Legislativo a los integrantes de Morena, para así dar por terminado, abrupta e ilegalmente, el periodo de gobierno del nuevo régimen legalmente establecido.

No poco, pues, es lo que hoy está en juego en el país, al poner en vilo el principio de autoridad al que, una y otra vez, hoy se está provocando por medio de una serie de acciones de provocación que poco a poco aumentan de intensidad: las pintas de mujeres en el monumento al Ángel de la Independencia; los asesinatos de militares en Guerrero, Michoacán y Bochil; los “anarquistas” infiltrados en la marcha de familiares de los 43; las agresiones a las estaciones del Metrobus y a la UNAM en Ciudad Universitaria, etcétera.

¿En dónde están los límites entre libertad de expresión y manifestación y principio de autoridad estatal? ¿En dónde la represión y en dónde el orden? ¿En dónde provocar el caos que dé paso al golpe de Estado porque la autoridad no existe? Hilvanar las respuestas a esas preguntas conforma un panorama si no grave, sí preocupante por ese inexplicable plantarle cara a un gobierno que se distingue por utilizar la paz como principio de diálogo, nunca la fuerza, no por debilidad, sino por considerar que ese camino de paz es el mejor camino para recorrer los senderos más abruptos de la vida política actual del país. La autoridad no siempre es fuerza, pero bien lo dice el estoico Marco Aurelio: quien tiene la fuerza y no la utiliza, es porque no sabe lo que es la fuerza. ¿Será pues que hoy el gobierno considera que no ha llegado la hora de utilizar la fuerza porque no sabe lo que es?

            En verdad que son graves los dilemas que se plantean a la hora de preservar el orden social, y que tienen que ver indistintamente tanto con principios jurídicos y filosóficos, que con acciones concretas de uso de la fuerza para preservar ese orden. Saber manejar ambas acciones, es un principio político de gobierno esencial, que pone, siempre, en una tesitura difícil a quien gobierna (quien reprime hace uso de la fuerza pública, no olvidarlo, se devalúa), pues descubrir las caras ocultas de los que actúan (verdaderos provocadores profesionales) no siempre es fácil llegar a descubrir quiénes son; por el contrario, más de una vez aplicar el principio de autoridad puede ser erróneo y exagerado, de allí la necesidad de ser muy cauteloso al respecto, Ejercer el poder no es sencillo,

Mas evadir aplicar el principio de autoridad puede ser un grave error que conduce al gobierno a convertirse en un ser pusilánime, acobardado, incapaz de castigar cuando hay razón para hacerlo.

            Usted qué haría: ¿aplicar el principio de autoridad o dejar sin castigo a los culpables?

 

 

Los amagos y ataques de la derecha

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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La estepa hinchada de trigo
oye pasar conversaciones
que el viento corretea desde distancias remotas
R. Obregón: “Casi parábola”.

 En memoria del maestro Guillermo Almeyra.
Para Pedro Salmerón Sanginés, en total solidaridad.

Mantengo la comunicación con mis compañeros de España y Argentina viendo cómo en cada uno de esos países y en México se despliega hoy una ofensiva rabiosa de las fuerzas de la derecha radical para, aprovechando la coyuntura, tratar de abordar posiciones que, gracias a la lucha popular, de manera reciente habían perdido en cada uno de esos países, lo cual hace ver cómo hoy las fuerzas de la derecha parecen actuar organizadamente en el ámbito internacional. Así, por ejemplo, en España el empecinamiento del PSOE en negarse a pactar con Podemos e Izquierda Unida, condujo a nuevas elecciones, lo que abre la puerta para que el PP, Vox y Ciudadanos –la derecha más retrógrada de ese país– se hagan otra vez del poder dada la veleidad de los electores. Mientras, en Argentina, las dificultades para lograr acuerdos básicos entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner hacen que el peronismo corra el peligro de llegar fracturado al poder.

En México no cesan los intentos de las fuerzas conservadoras por crear un ambiente político que justifique un golpe blando en contra de AMLO, acusándolo de incapaz para gobernar un país tan complejo como el nuestro. Llegando hoy a la broma de impulsar como líder de sus intentos a Vicente Fox, aclamado el fin de semana como paladín del PAN, en un acto caricaturesco y circense al que, políticamente, no se le podía dar crédito ni tampoco se entendía la finalidad de eso que no podía ser calificado sino como chiste de mal gusto.

Pero no se crea que todo, a nivel mundial, sean intentos sin sentido de una derecha desvelada. No, sus amagues y ataques burdos no logran su finalidad de encubrir sus intentos desesperados pero más serios de recuperar el poder perdido. Lo que sí sorprende, en España, Argentina y México es cómo las fuerzas populares dominantes no logran visualizar esos esfuerzos (vinculados a la crisis económica por la que hoy atraviesa el sistema capitalista) y por el contrario parecieran empeñarse en abrir coyunturas que le permitan a esa derecha caricaturesca hacerse del poder a través de diferentes vías –elecciones, fracturas de fuerzas, excesos administrativos– sin darse cuenta, en apariencia, del peligro en que ponen el triunfo alcanzado, toda vez que, los países aún divididos, tienen una gran capacidad de movilización de las fuerzas más oscuras de la reacción a las que nada cuesta movilizar a partes agresivas y provocadoras de la sociedad para crear ambientes que propicien y faciliten la toma del poder, otra vez, por parte de la reacción, llegando al extremo de provocar enfrentamientos civiles para así justificar sus medidas extremas (los hoy famosos golpes blandos que se concretan indistintamente con golpes mediáticos, campañas de amparos o voces plañideras que exigen empleo.

En los tres países mencionados pareciera ser pues urgente, ya, llevar a la práctica medidas de movilización popular que contribuyan a frenar esa ofensiva generalizada de las fuerzas conservadoras a nivel mundial que frenen de raíz los intentos hoy desesperados de esas fuerzas por recuperar por cualquier vía que ellas consideren posible el poder apenas perdido.

¿No habrá alguien, en esos gobiernos, de esa ofensiva radical del conservadurismo mundial?

 

 

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