María Fernanda Campa Uranga

* Ciudadana de a pie y activista del 68 * A sus 78 años, seguía en la academia, en el área de las Ciencias de la Tierra en la UACM

Blanche Petrich / La Jornada
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Era una ciudadana de a pie, experta en los laberintos del Metro y los peseros. Prominente geóloga de talla internacional, defensora de los derechos humanos, abuela, madrugadora, María Fernanda (la Chata) Campa falleció ayer (16-I). A sus 78 años practicaba chi kung para mantenerse en forma. Seguía activa en la academia, en el área de Ciencias de la Tierra en la Universidad Autónoma de Ciudad de México (UACM) y en los últimos años había puesto sus conocimientos al servicio de la causa de los pobladores de la cuenca de Texcoco, con un peritaje con sólidos argumentos científicos para demostrar la inviabilidad de un aeropuerto en el lecho del antiguo lago.

Hace 50 años, cuando el movimiento estudiantil del 68 tomó forma y fuerza, ella llevaba ya años de activismo, fue figura clave en la vinculación de los estudiantes con el movimiento obrero y el feminismo, en la lucha por la libertad de los presos políticos de la época –entre ellos su padre, Valentín Campa– y en los esfuerzos por mantener viva la organización después de la matanza de Tlatelolco.

Siempre estuvo presente en las luchas sociales. La vida misma de María Fernanda Campa, desde su nacimiento, forma parte de una cadena de pedazos de la historia de la izquierda mexicana. Nació en 1940, el año del asesinato de León Trotsky y en el que sus padres, Valentín Campa y Consuelo Uranga, fueron expulsados del Partido Comunista Mexicano (PCM), precisamente por no avalar el homicidio.

En su mundo cotidiano, desde niña, transcurren los personajes y los sucesos que configuraron el panorama de los movimientos populares contemporáneos. Ella misma lo explicó así, hace algunos meses, en una entrevista: A una lucha le sigue otra. Es algo que no tiene fin, es la historia de la humanidad misma.

Hija de la pionera feminista Consuelo Uranga y del dirigente comunista y líder ferrocarrilero Valentín Campa, primera mujer egresada de la carrera de geología en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), luchadora por la libertad de los presos políticos al lado de David Alfaro Siqueiros, activista desde los primeros minutos del movimiento estudiantil del 68, esposa de una de las figuras más emblemáticas de aquel proceso, Raúl Álvarez Garín. Tuvo una hermana, Valentina, también luchadora.

Ambos, la Chata y Raúl, fueron prominentes líderes de la Juventud Comunista de México desde los años 60 y gestores de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos. La Declaración de Morelia, redactada en un congreso de esa organización –señala Hernández Gamundi– sigue siendo hoy un documento trascendente. Pero ese mismo pronunciamiento motivó la expulsión de ambos militantes del PCM.

La Chata y Álvarez Garín tuvieron dos hijos y tiempo después se separaron. El año pasado, con motivo del 50 aniversario de los hechos del 68, La Jornada compartió con María Fernanda una mañana de memorias y relatos, paseando de un lado al otro por la explanada de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Recordó entonces el día de 1970 en que su padre salió de la cárcel después de 10 años de prisión. “Fui a buscarlo en un vochito que tenía. Me pidió que antes de ir a la casa pasáramos por Tlatelolco. Él no había visto la unidad habitacional que se construyó, cuando él ya estaba preso, sobre los patios de la estación de trenes de Buenavista, donde pasó tantos años de trabajo y de lucha al lado de sus compañeros los ferrocarrileros. Y aquí se estuvo largo rato mirando…lo que ya no estaba, y lo que pasó después”.

En otro rincón de la plaza nos mostró el predio abandonado de lo que fue una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y antes, durante el 68, la Vocacional 7 del IPN, semillero de activistas de aquel entonces. Pese a ser una escuela modelo y ejemplo de arquitectura de vanguardia, fue demolido para levantar ahí mismo, en una esquina de la plaza, una clínica del IMSS, ya también en ruinas.

En 1981, al hacer una remodelación, la arquitecta Rosa María Alvarado Martínez encontró restos humanos. Durante años se puso todo el peso del Estado para impedir que prosperara una investigación. En 2006, alentada por la entonces senadora Rosario Ibarra y por la Chata, la arquitecta denunció ante la Procuraduría General de la República (expediente SIEDF/CGI/572/07) la forma como estos restos fueron enterrados y encementados posteriormente, y cómo se ocultó todo vestigio desde entonces. Para Campa, este caso es un indicio de que en el sitio pudieran encontrarse inhumaciones clandestinas, probablemente correspondientes a restos humanos directamente relacionados con los sucesos del movimiento estudiantil de 1968. Nunca quitó el dedo del renglón.

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https://www.jornada.com.mx/2019/01/17/politica/014n2pol

 

 

A mí me caía a todo dar la Chata; la vamos a extrañar

Eloy Garza / SDP Noticias
@eloygarza

Ayer (16-II-19) se nos murió María Fernanda Campa, mejor conocida como la Chata. A mí me caía a todo dar la Chata, desde el día en que me la presentó mi amigo Horacio Flores. Antes de que yo naciera, la Chata, menudita, de rasgos afilados y huipil eterno, ya se había graduado como la primera ingeniera geóloga mexicana, y andaba en el Consejo Nacional de Huelga, en los días del movimiento del 68.

No la tenía fácil: su padre, el líder sindical ferroviario Valentín Campa (1904-1999) purgaba una condena desde principios de los sesenta, por el grave delito de defender a los obreros y expresar lo que se le pegaba la gana en contra del gobierno autoritario. Ella andaba de la Ceca a la Meca, visitando en Lecumberri a su padre y luego a los muchachos huelguistas encarcelados.

Con la Chata grabamos varios programas de televisión en 2015, junto con Luis Lauro Garza, que ahora pueden verse en YouTube. Ahí se descosió la Chata, denunciando al gobierno corrupto. Pero también recordó a su padre, tan importante en la lucha por la libertad y los derechos civiles en México. Valentín fue uno de los seres humanos más íntegros de nuestro país. Todo un modelo para la izquierda comprometida. Cuando militaba en el Partido Comunista Mexicano (PCM), y recibió la orden del KGB para asesinar a León Trotsky, enemigo de Stalin y refugiado en México, Valentín pronunció las palabras que lo definieron de pies a cabeza: “somos revolucionarios, no asesinos”.

Desde entonces la incertidumbre de la Chata consistió en comprobar si su papá sería liquidado por el KGB, la CIA o la policía mexicana. Ella disipó tantas dudas, metiéndose de lleno en las protestas estudiantiles, el lugar más peligroso donde podía estar una joven mexicana. Así que, al igual que su padre, esta geóloga, nacida en 1940, se volvió un blanco para la contrainsurgencia que desplegó el régimen. Vivió de cerca Tlatelolco y guardó en su memoria esos días oscuros. Ahí se hizo pareja de Raúl Álvarez Garín, con quien procreó dos hijos. A Raúl también lo encarcelaron, por ser uno de los activistas principales del 68. Así que visitar familiares presos se volvió rutina para la Chata. Y es que haciendo cuentas, su padre estuvo más dentro de la cárcel que afuera.

Volví a ver a la Chata en calidad de experta en corteza terrestre. La invitaron como ponente del Seminario “Crisis energética, civilizatoria y de medio ambiente”. Para variar, la hija de Valentín Campa alebrestó la mesa y llamó a las cosas por su nombre. A falta de fuentes de energía no renovables, el fracking se ha convertido en una alternativa para las compañías mineras trasnacionales. Ella prefería denominarla “fracturación hidráulica”. El problema consiste en que al perforar el subsuelo para extraer gas y petróleo, el fracking contamina los acuíferos con químicos venenosos e incrementa la actividad sísmica, con lo que ponemos en peligro el ecosistema.

En pocas palabras, la fracturación hidráulica es tan grave como sufrir la represión de un gobierno autoritario. Sin embargo, es un tema que se conoce poco en la sociedad mexicana y su explicación científica es compleja, por lo que no es fácil sopesar la gravedad de sus consecuencias para el organismo vivo que es el planeta Tierra. Pero nuevamente, esta geóloga mexicana, miembro activo del Instituto Mexicano del Petróleo y fundadora del Laboratorio de Geología de Yacimientos, denunció la voracidad de un sistema mercantilista, que desdeña la salud de la raza humana. Así, se atrevió a mantener viva la conciencia libre de su padre, y la reafirmó como la hija de quien era. Nunca dejó las andadas. Esta joven de la tercera edad, belicosa e idealista, sabía que su vida era un perpetuo batallar en contra de los demonios de siempre y en defensa de los condenados de la tierra. Por eso a mí me caía a todo dar la Chata. Lástima. La vamos a extrañar.

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https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/01/17/ayer-se-nos-murio-maria-fernanda-campa-la-chata

 

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