¿Son los banqueros globales parásitos financieros?

Javier Ortiz de Montellano / Digital Mex
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En un país de parásitos 
se requiere desparasitar, 
aquel que lo desparasitare 
un buen desparasitador será, 
pero si no logra desparasitarlo
más parásitos el país tendrá.

El uso en biología de la palabra parásito es una metáfora adoptada de los antiguos griegos. En aquellos tiempos los funcionarios encargados de colectar granos para los festivales de la comunidad se hacían acompañar por sus asistentes en sus inspecciones y a las comidas que la colectividad estaba obligada a ofrecerles mientras cumplían su encargo. Los asistentes eran conocidos como “parásitos”, entonces un término no peyorativo que quería decir acompañante en las comidas, de la raíz griega para, que quiere decir al lado, y sitos, comida.

Para tiempos de los romanos parásito empezó a aplicarse ya como sinónimo del superfluo gorrón, no como el asistente del funcionario que prestaba un servicio a la comunidad, sino a significar el no invitado que se colaba a las cenas privadas, como el personaje gorrón que aparece en las comedias de aquel tiempo.

En la época medieval, los predicadores y reformistas caracterizaban a los usureros como sanguijuelas. Desde entonces, se ha señalado a los banqueros como parásitos, especialmente los financieros internacionales, nos dice Michael Hudson, autor del interesante libro Matar al huésped: Cómo la deuda y los parásitos financieros destruyen la economía global, impreso en 2015 por el Instituto para el Avance de la Claridad Periodística.

En la Edad Media la aplicación mediante sanguijuelas de una sangría se creía (equivocadamente) que curaba a los enfermos (tal como se considera erróneamente la austeridad monetaria un supuesto remedio para las crisis económicas). De hecho, las sanguijuelas así como desangraban al “paciente-huésped” se sabe hoy que también le inyectaban una enzima anticoagulante que ayudaba a prevenir la inflamación, lo que momentáneamente parecía hacer el remedio como algo positivo, que lo aliviaba, aunque a final de cuentas no lo curaban sino todo lo contrario, acababan por matar al desangrado “paciente-huésped”.

En economía, la idea del parasitismo moderno como algo “positivo” está personificada por el término “economía huésped”, aquella que adolece de falta de capital y cuyo gobierno invita a banqueros e inversionistas a invertir en su país e incluso acoge con beneplácito las inversiones extranjeras como una relación acreedor/deudor de mutuo beneficio.

Una especie de “parasitismo positivo” destacó en nuestro país por una economía mixta que conjugaba los incentivos y gasto del gobierno, con los capitales predominantemente nacionales de las altas finanzas y la industria, en el breve periodo del llamado desarrollo estabilizador de 1954 a 1970 (y en muchos otros países, en otros tiempos, destacadamente en el siglo 19 cuando los gobiernos promovían incentivar la industria y los bancos estaban dejando atrás la mera usura depredadora y enfocándose hacia el crédito a la industria y a la inversión en infraestructura nacional).

Desgraciadamente, de 1971 para acá en México los gobiernos, los bancos y la industria han recurrido al endeudamiento creciente de tal manera que ha quedado una economía vulnerable para hacer frente al servicio de la deuda y en el camino ha dejado el sistema bancario privado del país prácticamente en posesión de extranjeros. Además, una buena parte de los poseedores de bonos del gobierno también están en manos de inversionistas extranjeros que al menor problema presionan con sacar su dinero y convertirlo a dólares si no se les ofrecen mayores tasas de interés.

Por eso, hoy el parasitismo financiero resulta más negativo que positivo, pues debido a las grandes deudas públicas acumuladas los bancos succionan una gran parte del ingreso estatal dedicado a pagar el servicio de la deuda en vez de destinarlo para invertir y satisfacer necesidades sociales.

Además, en el sector privado también crece desmesuradamente el endeudamiento con los bancos, muchas grandes empresas transnacionales –que pueden deducir de impuestos el pago de intereses– prefieren endeudarse y usar esos recursos para jugar a la bolsa en vez de reinvertir o invertir en nuevos proyectos de mediano y largo plazos.

        De esta manera, los banqueros y los poseedores de bonos desecan la economía productiva al sustraer cada vez más ingresos para el pago de intereses. Pregunta al estilo del Doctor IQ (locutor de televisión del siglo pasado famoso por sus preguntas capciosas y trabalenguas que recibían premios si eran contestadas correctamente):

¡Arriba a mi derecha! ¡Abajo a mi izquierda! ¿Sabe usted cuánto destinará el gobierno de México para 2019 al pago del servicio de la deuda pública? 

Respuesta: el gobierno de México gastará 5.8 billones de pesos, de los cuales el 13 por ciento, equivalentes a 749 mil millones, serán para cubrir el costo anual de la deuda pública, 11.4 por ciento más que el año anterior.

“¡Perfectamente bien contestado!” 

(Usted disculpe, queda pendiente su premio porque estamos en austeridad...)

La gran pregunta en el tipo de economía-casino global financiera que hoy se vive es si las economías “huésped” pueden conjugar para bien una nueva economía mixta que asocie gobierno, altas finanzas e industria, coordinados de tal manera que pueda un país regresar a una senda de mayor desarrollo equilibrado y sustentable.

O si, por el contrario, tendrán muchos países apenas para sobrevivir con un mínimo crecimiento aletargado, empeorando su situación en el futuro por tener que dedicar crecientes recursos al pago de los intereses de su deuda en vez de a la inversión productiva. De esta manera, se descuida el bien común y se favorece al llamado 1 por ciento de la población, mientras que el consumo del restante 99 por ciento se va deteriorando aún más. Este círculo vicioso frena las economías y vuelve a los países más vulnerables y propensos a crisis crediticias.

En el caso de México, nuestra economía está cada vez más vulnerable por los desequilibrios económicos y sociales internos y las crisis externas que recurrentemente amenazan la economía mundial, muy en especial la de nuestro vecino cercano, Estados Unidos, que con la caída en la Bolsa desde octubre del año pasado ya anticipa una próxima recesión en este o el año próximo, que podría arrastrar a nuestro país. Difícilmente, el esfuerzo por aumentar los salarios mínimos  logrará operar como mecanismo que contrarreste la cíclica baja que se vaticina para la economía mundial y, consecuentemente, para nuestra economía.

Sea como sea, la creciente tajada del león se la llevan los banqueros y los poseedores de bonos, aunque en el proceso contribuyan a  “matar al huésped” y destruir cada vez más la de por sí deteriorada economía global.

Junto con otros factores, parece avecinarse si no la tormenta perfecta, sí fuertes nubarrones o en el mejor de los casos, como decía el poeta Octavio Paz, Tiempo nublado, para el mundo y para México, que el nuevo gobierno tendrá que enfrentar.

Para México, concretamente la reciente caída en el precio del petróleo exportado y el aumento en las tasas externas de interés que, a su vez obliga a subir las tasas internas es un factor adicional que presiona las finanzas públicas y desalienta la inversión productiva. 

Además, hace más vulnerable al país a la presión de los inversionistas nacionales y extranjeros que exigen mayores rendimientos para compensar el mayor riesgo por invertir en el país. Lo cual completa el círculo vicioso del bajo crecimiento que la mala herencia del neoliberalismo financiero parasitario nos ha legado.

¿Podrá salir con bien México de este neoliberalismo heredado de la derecha a la izquierda? Ni el sabiondo Doctor IQ podría contestar.

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http://www.digitalmex.mx/opinion/story/11103/son-los-banqueros-globales-unos-parasitos-financieros-se-requiere-desparasitador

 

 

Ante la emergencia de la gasolina, un vistazo elemental

Javier Ortiz de Montellano / Digital Mex
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El proceso de la estructura económica no es un fenómeno meramente dual, por ejemplo, en el caso de la gasolina, solamente los aspectos de la producción y el consumo.  Es igualmente importante considerar el fenómeno de la distribución y el almacenaje.

De hecho, para analizar cualquier fenómeno hay que considerar siempre dos polos, a la vez bipolares.  En este caso, el primer polo es la producción y el consumo (de la gasolina). El otro polo, a la vez bipolar, está compuesto por la distribución y el almacenaje.

En el caso de la actual problemática estructura económica de la gasolina en México, de la gasolina que se consume en el país sólo producimos el 40% y más de la mitad es importada (la mayor parte de Estados Unidos: “La bendita vecindad”, cuando los precios son bajos).

Este deterioro se debe a que no se ha invertido lo suficiente en exploración y perforación de pozos petroleros y el gran yacimiento de Cantarell que propició el auge petrolero en el pasado está prácticamente agotado.

Respecto al segundo aspecto, el polo de la distribución y el almacenaje, éste no ha sido mayor problema hasta que la reciente decisión del gobierno de combatir drásticamente el robo de combustible, provocó una serie de efectos secundarios adversos de todos conocidos creando la presente situación de emergencia. 

Aunque la distribución ha sido descuidada por anteriores gobiernos, especialmente por las autoridades que dejaron crecer el robo al combustible que se transporta por ductos a los tanques de almacenamiento y por pipas rumbo las gasolineras, es en esta coyuntura que han aflorado los graves problemas que ha heredado la nueva administración.

El almacenaje se está volviendo un costoso problema ya que hay más de 60 buques-tanque anclados en los muelles que no pueden descargar y siguen llegando los pedidos, por los que Petróleos Mexicanos tiene que pagar una renta de 300,000 dólares cada día que un barco no puede entregar su carga. 

Otros efectos adversos aparecieron (la maldita ley de los efectos indeseados), especialmente la enorme falla en la logística de distribución a las gasolineras que propició largas horas en espera del preciado energético. Además, los actos de sabotaje en ductos empeoraron la situación.

El Banco de México advierte que esto va a afectar la inflación y el crecimiento económico. Ciertamente, el comercio y la industria ya estaban desacelerándose y con la austeridad gubernamental programada, prácticamente toda la estructura económica productiva se va a ver perjudicada en algún grado. 

Cuánto, dependerá de que esto se resuelva pronto y termine bien.

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http://www.digitalmex.mx/opinion/story/11211/ante-la-emergencia-de-la-gasolina-un-vistazo-elemental

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