Los muchos enemigos

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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De que es difícil gobernar, es difícil. Se siente desde afuera, más se ha de sentir desde dentro. Los ataques, la mayoría injustos, no cesan: se repiten como repiquetear de campanas o de voces insepultas que te persiguen obsesivamente. La imagen del Buda de la Compasión, Mil Brazos y Once Cabezas de Compasión, nos ayudaría a comprender a que se refieren mis palabras, pues ese Buda serviría para representar gráficamente al gobierno actual, el de AMLO, que se defiende una y otra vez, con todo, de los ataques que por todos lados tiene que soportar para seguir en su tarea de gobernar de manera diferente y paciente al país, tratando, sobre todo, de erradicar dos de los fenómenos que dañaron seriamente a la nación los años recientes: corrupción e impunidad.

Sí, la corrupción poco a poco se ataca (el huachicoleo en general, por ahora); pero muchos se resisten a que la lucha se lleve a cabo porque sus pequeños o grandes intereses de producción o consumo se ven afectados y, de inmediato, se oponen a las acciones del gobierno y tratan de arrastrar a sectores de la población afines a ellos, tratando así de trastornar la vida pública, utilizando tácticas que en otros países han funcionado para generar conflictos sociales que lleven a enfrentar de manera violenta a la población civil contra el Estado. Tácticas propias de la desestabilización social promovida para dificultar, precisamente, el gobierno de países que se oponen a la hegemonía capitalista actual. Es decir que sólo teniendo mil brazos y once cabezas el Estado puede gobernar entonces.

Pero, ¿cómo puede el Estado, entonces, tener mil brazos y once cabezas? Una manera es, equivocada, armando un aparato burocrático de grandes dimensiones que le permita vigilar y supervisar todo lo que hacen los habitantes de un determinado territorio, lo que llevaría, a ese Estado, a cobrar grandes tributos e impuestos a toda la población, de manera particular a los sectores más desfavorecidos económicamente (habría que recordar la película Brasil que nos ilustra sobre ello). Otra forma de hacerlo, que es en muchos sentidos la más adecuada, es incorporar al gobierno a los más pobres de la población para que ellos se conviertan en los mil brazos y once cabezas que se requieren para gobernar y que de tal forma el gobierno del territorio se facilite y se realice con mayor efectividad. Así, por ejemplo, hoy, en lo que se refiere al huachicoleo la población ve bien que él sufra de un ataque que lo vaya disminuyendo y si es posible desapareciéndolo, haciendo actuar a Ejército y Marina, pero ¿y los culpables dónde están? ¿Por qué, en esa parte de las tareas (persecución y castigo), no se ha avanzado? ¿Porque el Estado es débil aún en esa parte de su democracia o porque es omiso, por complicidad, en la tarea?

Frente a los muchos enemigos que hoy tiene, no poner a funcionar la persecución y el castigo, ya, el actual gobierno, implica para él una marcada debilidad del Buda de la Compasión que no se puede permitir, pues precisamente para eso está dotado de mil brazos y once cabezas que le deben permiten, y le obligan, a desarrollar todo tipo de tareas, con paciencia, ternura y compasión, es decir con justicia. Pero que lo tiene que hacer, lo tiene que hacer.

Breve, mínimas lecciones de política y budismo, un domingo que hace mucho frío en donde vivo.

 

 

¿Qué es hoy el grupo de poder?

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Hace 18 años aproximadamente me tocó visitar Venezuela para asistir a un evento académico vinculado a las ciencias sociales, en San Cristóbal (Táchira). Allí tuve oportunidad de ver cómo, paulatinamente, se afianzaba el chavismo (que inicialmente se consolidó luego de los recorridos de Hugo Chávez por todo su país) por dos vías que, en aquel momento, consideraba centrales para apuntalarse: darle poder al Ejército y darle poder a la vez a la organización partidaria del pueblo. En el primer caso, el Ejército se fue convirtiendo en una verdadera muralla protectora del gobierno, y considerando que ambos eran sustentables el uno del otro. En el segundo caso, surgieron, desde la base poblacional, organizaciones partidarias de múltiples tipos que constituyeron con su presencia y acción un sistema de participación democrática altamente fortalecido que ha resistido, firme, los ataques del imperialismo yanqui, aliado con grupos reaccionarios internos y con algunos gobiernos latinoamericanos. El chavismo hasta hoy se mantiene con Maduro en su segundo periodo de gobierno, pese al hostigamiento continuo del capitalismo particularmente norteamericano.

El camino, como se ve, no fue fácil y ha estado sujeto a vaivenes múltiples y de diversa naturaleza, pero hasta hoy se mantiene imbatible.

Hay similitudes, algunas, con el régimen actual del país, pero las diferencias entre ambos son marcadas, comenzando por una cuestión central: mientras Chávez mantuvo en mente siempre la defensa del petróleo y sus materias primas con un sentido socialista, para Morena eso no es posible y el camino tiene que ir por una vía más de transición capitalista, que no conmocione tan violentamente el tejido social de la nación. Treinta y siete días después de su toma de posesión como gobernante oficial, esa vía, parece, le está garantizando a AMLO como gobernante un proceso de continuidad hasta hoy sin grandes turbulencias, pero también sin definirse plenamente y desde luego con conflictos con el ultraizquierdismo del EZLN (sin olvidar, claro, como escribe Lenin, que el ultraizquierdismo es sólo una máscara de la reacción… salinasdegortarista).

¿Entre ambas agrupaciones de concepción izquierdista habrá posibilidades de diálogo y conciliación?

En tal sentido, lo que entra a discusión es cómo consolidar el poder una vez obtenido, ¿qué tipo de organización se debe integrar para no sólo llevar a cabo los planes de corto plazo que buscan ponerse en práctica –y que están haciendo sufrir hoy al gobierno de López Obrador: EZLN, huachicoleo, zona franca, Alfonso Romo y sus deseos–, sino más que nada, y fundamentalmente, cómo consolidar a tiempo futuro lo que se tiene en el presente, pues ése es el verdadero sentido del poder, recuerdo que esa fue la última plática que sostuve con una compañera venezolana, académica de una universidad militar de Caracas sobre el poder político y su sentido y para quien, justamente, apoyo militar y apoyo popular organizado eran los dos pilares para sostener en América Latina a los gobiernos de izquierda que comenzaban a surgir.

Entre otras cosas, seguramente eso fue lo que el sábado pasado discutieron un grupo amplio de compañeros interesados en crear un nuevo partido político, el Partido Socialista, que busca contribuir a consolidar el proyecto político de López Obrador, entendido que en torno a él se integra hoy el grupo en el poder del país. Habría que darle la bienvenida a esta agrupación.

 

 

De los cuates y las cuotas

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Muchas veces, sin quererlo, se mezclan los géneros al escribir: la ficción se torna, al escribir, en periodismo que busca y reclama la objetividad como principio pero que se adorna eventualmente con metáforas diversas: Eso me pasa hoy a mí, que desde hace tiempo trato de descubrir qué papel ha jugado el Ejército sobre todo en la vida política nacional luego que el, nada diplomáticamente, fue desplazado del PRI por el general Lázaro Cárdenas. ¿Se quedó tranquilo o desde abajo del agua siguió participando en dicha vida política? Hoy, con lo recién ocurrido en Puebla una de las hipótesis que se pueden elaborar, por muchas y muy diversas razones es que lo que allí sucedió tiene que ver con que una de las “puertas” de entrada y de salida del Ejército (recuérdese la serie española “Las puertas del tiempo”) se operó para tratar de proteger así uno de sus puertos de operación privilegiados: el estado de Puebla, el que desde la época de Ruiz Cortines, precisamente con el general Moreno Valle, se le concedió al Ejército para su control.

Poniendo a operar esa hipótesis, uno pudiera seguir desenredando la madeja y preguntar: y si así fuera, ¿por qué el PAN reclama con tanto énfasis, más allá de toda legalidad, el seguir gobernando el estado? Acaso porque tiene ligas extrañas con el Ejército, con el narcotráfico (Los Zetas) y con el huachicoleo o solo porque acaso, necio, Calderón quiere imponer a su alfil Javier Lozano para hacerse de tal forma del control de esa zona estratégica aprovechando la coyuntura que según él hoy allí se abre? Muchos, muchos son los intereses mezquinos que prevalecen en Puebla, aparte de ser el, particularmente hoy, uno de los estados que se distingue por su carácter geopolítico privilegiado: punto natural de enlace hacia el sur y norte del Golfo de México y, por ende, sitio privilegiado para impulsar zonas industriales y urbanas como las que ya hoy existen y que ya hoy representan un punto de desfogue, natural, de la Ciudad de México. Si se sabe leer lo mucho que hay atrás de lo hasta aquí escrito, haya o no haya nada extraño atrás del accidente del matrimonio Moreno Valle-Alonso es evidente que él abre un gran hoyo estratégico en la vida política del país y que de manera evidente seguirá causando estragos en Puebla (recordar el pasado fraude electoral) y de hecho en todo los próximos seis meses. ¿En qué culminará esa conmoción?

Es difícil especular ahora. En mi caso, tanto por cuestiones vivenciales (allí viví intensamente hace más de cuarenta años) como por razones ideológicas me inclino por el hecho de que Morena va de nuevo, con el candidato que sea, a ganar las próximas elecciones en el estado y que, así, va a consolidar su presencia regional (ahora Veracruz y Tabasco; luego, en lo inmediato, Puebla y, más tarde, Tamaulipas y Oaxaca), lo que conduciría a un control total de la zona y rompería así dos cadenas de control antes comunes de la política nacional: la mencionada de las “puertas” del Ejército y la de cuates y cuotas del Partido de Acción Nacional.

Vale. Recibo apuestas antes de una hora.

 

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